miércoles, 9 de enero de 2013

Perder el tiempo.


Perder el tiempo.
Desde mi sillón todo se ve horriblemente relativo, parece que cada instante tiene una interpretación confusa y diferente que contradice a la anterior.
Perder el tiempo... eso dijeron quienes no sabían. Que la vida estaba hecha de pérdidas de tiempo unidas por grandes momentos memorables que le hacía encontrar un sentido, sin embargo desde mi cálido salón, las pérdidas de tiempo se ven una parte fundamental de la existencia y no meras cadenas de unión.
Intentaré expresarme. El ser humano aspira al amor, se destroza y auto consume dejando que los sentimientos devoren los ápices de cordura que el tiempo les había permitido conservar.
Un hombre compra unas flores, cruza la calle, espera a la gente, abre la puerta, busca sus llaves y antes de entrar a casa de la mujer a la que amaba se da cuenta de que nunca será amado, que todo ha sido en vano, simples ilusiones.
¿Dónde está la perdida de tiempo? ¿Ha sido culpa del hombre que recolectaba las flores, de los coches que no permitían cruzar a los transeuntes, de los peatones que impedían el paso de los demás, de las llaves perdidas en el bolsillo de su gabardina?
¿Es en realidad culpa de alguien? ¿Existen en realidad las pérdidas de tiempo?
No, y déjame explicar el por qué. El aire era cálido esa mañana, las flores desprendían un olor a esperanza mezclado con el viento, la gente tenía miles de ideas y de sentimientos que contagiaban al joven enamorado de las flores, al iluso hombre de la gabardina que dejaba perderse sus llaves. El tiempo que la mayoría daría por perdido había sido sólo otra lección para la persona que cayó en la conclusión de que esta vez no había logrado sus propósitos, y que por más flores que acompañasen a los latidos de su corazón no lograrían tener más fuerza los sentimientos de la gélida mujer a la que se había entregado.
Iluso, estúpido, frágil hombre de la gabardina. Has perdido el respeto de todos los que creen saber lo que es el tiempo, lo que es la gente, lo que es la vida, lo que eran las flores aquella mañana.
Ellos te tacharán de derrochador de segundos por los instantes que te siguieron con la mirada, sin saber nada de las horas anteriores, de los días, de los meses. Sin saber de los premios que te habían otorgado por la poesía hacia aquella gélida mujer, las lágrimas que derramaste intentando ocultarte tras la gabardina, la fuerza con la que arrojaste esas llaves desgarrando su forro antes de salir de casa, luchando por no ir a comprar aquellas flores, por no recaer en tus errores , por no desperdiciar aquella mañana, por no amarla de nuevo...por no malgastar el tiempo.
Ellos conocerán la versión tangible, la versión simple y observable... ellos seguirán sin saber nada, y en sus especulaciones habrán sido los únicos criminales que desperdicien los segundos.
Lo siento, desde mi sillón todo se ve horriblemente relativo.

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