viernes, 28 de junio de 2013

Palabras.


La llama del amor arrasó los bosques que llamábamos invierno.
La soledad de tu nombre confió su pasión a las letras que yo misma dejaba perfectamente dispuestas en una hilera hacia mi casa.
Sin tan siquiera saber cómo colocar un paso tras de otro dibujé un camino que se alejaba del lienzo donde nacía.
Dijo adiós un canto que no conocía las sílabas con las que nos habíamos enamorado. Puso punto y final a un libro que aún no había sido encuadernado y sobre el cuál tan sólo había llorado el viento.
La vida se envolvió en una túnica del color del cielo bajo el que me escondía antes de saber que me resguardaba en el escondite más amplio de esta inmensidad.
-Te echo de menos-dijo cerrando la puerta mientras la sombra de sus sueños comenzaba a confundirse en el pasado.
Sin motivo ni musicalidad perdí la cabeza, abrí la ventana, di dos pasos en falso e intenté mantener el equilibro en un tercero que desafió los refranes y no dio lugar a ninguna "vencida".
El fuego se apagó por la insistencia de las lágrimas que no llegaron a ser derramadas, y el tiempo se ocultó bajo el mismo cielo que yo consideraba buen refugio para los soñadores incoherentes, incoherentes como estas palabras.
Vengó mi muerte interior la poesía y tendiendo una mano de pasión a la vida prometió que me devolvería el aliento para respirar.
Aquí declaro mi amor únicamente a las letras que careciendo de cuerpo viven sólo siendo alma.
Aquí me entrego con devoción a todo aquello que no existe, y tras derrochar segundos bañados de tinta prometo que toda palabra que escribí era fruto de la cobardía al no saber decir "te amo".

lunes, 24 de junio de 2013

Día 3.


Las calles huelen a tí.
He dejado mi alma perdida en el último abrazo que nos dimos, mis lágrimas descansan sobre tu pecho.
La vida se arrastra tras de mí intentando que le tome un mínimo apego, pero si no estoy a tu lado no puedo amar a esta vida.
Te has llevado todo lo que quise, porque todo lo que quise eras tú.

lunes, 17 de junio de 2013


Estoy viendo el tiempo desvanecerse entre mis dedos... otra vez.
Los segundos han adquirido un tono pálido y doloroso, un peso abrumador.
En mis brazos descansan las horas en las que te extrañaba, mientras tú aún conservas la forma de mi cuerpo que a penas pudo respirar sobre tí.
Dicen que no hay peor dolor que el por vivir, y cumpliendo letra por letra esa sentencia siento un puñal atravesarme, robarme lo único que quería, llevarte lejos sin poder decirte adiós.
Mis ojos se pierden en un infinito por construir, se pierden en el recuerdo de tus ojos, de tu sonrisa. Me pierdo en tí y una vez más sin encontrarme vuelvo a carecer de todo sentido.
Por favor, congela este momento, déjame encerrada aquí en el dolor de la espera pero no me hagas vivir otra despedida.
No, por favor, no puedo soportarlo otra vez, no puedo dejar marchar de nuevo todo lo que poseo.
Tengo miedo, los recuerdos pesan demasiado y las lágrimas terminan por erosionar cualquier rastro de alegría.
Tengo miedo sin tí, sin poder resguardarme en tus brazos. Tengo miedo de mí, de verme sola cada día, sin encontrar un aliciente para respirar el siguiente instante que se retrasa en su latir.
No te vayas, por favor, no todavía.
Déjame al menos suplicar entre tus brazos, derramar la última lágrima sintiéndome protegida.
Dame al menos la oportunidad, antes de perderte para siempre, de decirte que te quiero.

jueves, 6 de junio de 2013

Lo siento.


Lo siento.
Por el tiempo que dediqué a intentar odiarte, a olvidarte. Por haber desperdiciado momentos a tu lado inconsciente.
Siento no haber pensado en tí teniéndote tan cerca.
Siento tener tantas cosas que decir, tan poco coraje y tan poco tiempo...
Siento la muerte cerca, sin ser una muerte física que me arranque de este mundo, siendo una muerte cruel que me roba lo que más necesito.
Te quiero, y me queman los sentimientos, me hacen sentir que haya pasado el tiempo, me desgarran con los segundos que perdí, me hacen sentirme sola sin tus brazos.
Lo siento, siento sentirlo... pero sobretodo siento seguir amándote.

martes, 4 de junio de 2013

Querido nunca.


Le pregunto al papel qué hago escribiéndote de nuevo, sabiendo que no puedes leer las palabras que dibujo:
"Querido nunca:
Ha llegado la hora de decirte adiós.
Las horas las marca siempre un reloj, o al menos eso nos han enseñado desde que somos pequeños...
Creo que maduramos cuando nos damos cuenta de que nosotros mismos somos ese reloj, capaces de congelar momentos, de repetirlos, de prepararlos antes de que lleguen. Somos esas manecillas_ la que avanza lentamente preparando el camino y la que rápida recorre el tiempo sin darse cuenta de que su avance tiene consecuencias mortales.
Ahora, como reloj que soy, he decidido marcar las doce.
Aún no entiendo por qué quise quererte, por qué me entregue en cuerpo y alma a una persona que ni tan siquiera podía ser partícipe de mis sentimientos.
Es doloroso, ¿sabes?, que la pasión entre dos cuerpos sea puramente poesía, que la única felicidad que pueda vivir sea a tu lado, respirando tu aire... que este sea insuficiente sin tí.
No, no lo sabes, porque nunca has sabido nada. Deducir no es saber, ¿me entiendes, Querido Nunca? saber es sentir en tu propia piel la herida del otro, es sangrar por la misma yaga... saber es poco común en un mundo de tantos que creen entenderlo todo.
Deducir es lo que hacías cuando leías mis palabras hacia tí, deducir cuando me mirabas a los ojos, deducir al acercarte y notar mi respiración entrecortada. Deducir a fin de cuentas que una idiota se había enamorado de tu sonrisa... pero deducir no es saber y a pesar de ser idiota siempre supe (y claramente digo supe) que  mi sentimiento superaba al amor.
Ha llegado la hora de decirte adiós, sí, lo digo yo como reloj.
Quiero borrar de mi mente cada recuerdo que me hizo despertarme sonriendo, cada sueño abandonado en la almohada y cada suspiro.
Quiero abandonarte aquí, Querido Nunca, hasta que los años pasen y me contaminen de experiencia, hasta que el tiempo decida si es adecuado amar... hasta que una mísera cifra catalogue mis sentimientos de apropiados.
Hasta entonces (y no me atrevo a asegurarte un para siempre) recuerda que estuve aquí para tí, entregada y ciega, e incluso más ciega que entregada. Piensa que no era más que una idiota que incluso se sintió agradecida por haberte tenido cerca, pero que se ve morir sola por no poder dormir entre tus brazos.
Querido Nunca, siente de corazón que tengas tanto de Nunca y tan poco de Querido: Alire."

Toon Toon Toon...
Estúpido reloj, calla las horas y déjame decidir sobre mi tiempo. Déjame ser la manecilla veloz e inconsciente que borre el punto y final a esta historia, que aguarde a que sea el mes de Junio quien lo dibuje.
Mientras el fuego devora mis últimas intenciones de olvidarte, en la esquina del salón el viejo reloj de pared, resignado, entona una  última campanada.