miércoles, 25 de diciembre de 2013


Qué puntualidad tan asquerosa la del tiempo
cuando ya no quedan ganas de llegar a ningún sitio.
Y qué manía la nuestra de amar lo que ha ocurrido
como si nunca hubiera sido presente.
Hemos llegado a ese ecuador en que no necesitamos buscar respuestas
sino encontrar preguntas.
Siempre podemos maldecir no sabernos responder
pero a nadie le gusta no preguntarse
y quedarse junto a la calle
esperando
callado.
Necesitamos sentirnos impotentes, 
pero sentirnos.
Y en eso se basa mi vida,
en preguntarme mil cosas que no llegan.
Porque las respuestas son lo único que no sigue la asquerosa puntualidad del tiempo.
Y maldita sea, sueles ser tú.
Riéndote a carcajadas, inclinando la cabeza.
Tiritando constantemente 
y haciéndome temblar.
Disfrazado de prisa hasta que llega el verano.
Y dejándome sola soñándote.
Preguntándome.
Y sin poder responderme.
Porque maldita sea, 
siempre eres tú.


sábado, 21 de diciembre de 2013


A veces faltas tanto que me cuesta respirar
y otras simplemente me lleno de valor, aire y orgullo y finjo que eres prescindible.
Supongo que siempre estoy mintiendo.
Ni moriría al perderte ni puedo vivir sin tí.

A veces no puedo hacer otra cosa que llorar.
Por haber pasado de hablar de tí todos los días
a mirar hacia otro lado cuando te mencionan.
Y es que tu nombre quema tanto como tu ausencia.

Supongo que a veces me limito a existir en medio de una calle llena.
Sólo me doy cuenta de que no soy nadie al verme sola
e identificar en los demás todas las historias que escribí.
Donde tú y yo siempre corríamos tropezándonos y perdiéndonos.

A veces la imagino a ella, y no puedo evitar idolatrarla.
No sé cómo viste y cómo te dice que no le gusta bailar, pero pronuncia más claramente que yo.
Es difícil sostener tantos sueños rotos, digo en mi defensa.

A veces me rindo y olvido tanta fantasía, lo siento.
Imagino simplemente el tiempo pasando y el día que llegará y alguien en un bar me mencione.
Y entonces, rompiendo los tópicos de las películas en que correrías a buscarme, tu digas:
"No recuerdo haber oído hablar de ella."

martes, 17 de diciembre de 2013


Llegará un día que desaparezca su olor de entre las sábanas.
Que mi mano dibuje una silueta sin saber dar con cada arruga de su piel,
con cada error
con cada "más tarde".
Diré su nombre sin temblar.
Será el mismo de siempre
y sin embargo entonces sonará tan distinto.
Tal vez ese día pierda el rumbo
y sin embargo, no extrañaré que me diga que todo irá bien.
Pasará el tiempo y Diciembre será Diciembre sin sus abrazos,
miraré el reloj sin tener prisa.
Tal vez duerma sola como siempre,
y sin embargo me desvele sola como nunca.
El día que le olvide, cambiaré el ritmo de mis pasos.
Derrocharé cada segundo, sin importarme.
Será sólo el telón de fondo la impotencia del no tenerle.
El día que le olvide...
tal vez él sienta que algo muere.
Tal vez mire hacia otro lado.
Tal vez bese otros labios sin importale, y tome otra mano como nunca tomó la mía.
Tal vez no sueñe con nada, y sirva el café frío al levantarse.
Pero el día que le olvide tengo claro
que para él sólo será otro día.

martes, 10 de diciembre de 2013

Falso París.




Me gustaría hacer una fotografía. 
Pero no una cualquiera, estoy harta de los sitios cualquiera que no se dejan fotografiar. 
Será la ventana de aquel maldito albergue de París, amaneciendo, sin haber pegado ojo en toda la noche. 
Y no hablo solo de mí, hablo de París. 
La considero inquieta, como todas las chicas de labios color burdeos. 
Será París la fotogafía, por no ser mi cuarto desordenado con mil cartas que nunca valieron la pena.
Por no hablar de todos los tickets de autobus, los papeles de regalo y los recortes. 
Qué triste que estén más vivos que yo. 
En ese falso París quiero fotografiarme, perdiendo la cabeza y ordenando las medias; pero también llorando cuando todo lo bueno ha pasado. 
Pensaré alto y claro (o solamente alto, como suelo hacer) ¿cuándo ha sido la última vez que algo bueno pasó?
Dios. 
Creo que se han ido ya trece meses. 
¡Cómo corréis, ni que se os pasase el tiempo! 
Y aquí estoy otra vez, mirando las calles cómo si tuviesen algo que decir, y agotando el frío fingiendo un cuerpo con quien compartirlo. 
Ojalá una cámara pudiese inmortalizar ese frío, el vacío de la calle llena y la falta de ritmo en mis pasos constantes, uno tras de otro.
Persiguiéndose.
Sin alcanzarse nunca.  
Como todos nosotros. 
Al menos están acompañados. 
Creo que alguien decía (o si soy yo la primera a la que se le ocurre, ya puedo encarnarme en "alguien") que las personas solas tenían más rumbo que el resto de la gente. 
Personas felices, que aman, ¿a dónde vais a ir sino a buscar alguien que os acompañe o un lugar que os haga olvidar? 
Sois unos incompletos, no sabéis lo que es odiar la Navidad de tanto amarla. 
Cómo me gustaría retratarnos a todos los solos juntos. 
Sonriendo, como idiotas.  
Titularía la fotografía "todos los solos juntos" y tendría tan poco sentido que no tendría que firmarla. 
Hablando de fotografías, qué decía?  
Ah sí, falso París...

lunes, 4 de noviembre de 2013


Fui tan estúpida que creí en nosotros
Sabiendo tan poco de tí
y de mí la mitad.
Derrumbé cada ciudad que viajamos por separado.
Me atrevo a decir que las películas que vimos no han tenido coraje para rodar de nuevo.
Ni el mundo.
Ni yo misma.
La calle se cae sobre mis hombros sin apoyarme en tí
y me siento desnuda sin tus abrazos.
Y no soy de esas que comete el error de perderse en camas ajenas.
Soy de las que se equivoca al creerte,
que al final duele un poco más.
Y mata.
Pero no sabe por qué, ni por quién,
Tal vez por los días que pintan bien
y por los otros, que no entienden de lienzos y acuarelas.
Porque en la última estantería que nadie mira, ahí estoy yo.
Que ya no puedo aprender nada y me dedico a destejer lo que sabía.
Como si esperara a un Ulises.
Como si aún hubiese mar para tu barco.
Y esque sin tí... se ha secado.

viernes, 25 de octubre de 2013


Te necesito tanto que me estoy perdiendo.
Lejos.
Tanto que necesito tus besos.
Tanto que tus mañanas, que tus noches.
Tan perdida que no me necesito si es sin tí, tan lejos que muero por lo que nunca tuve.
Y ahora juego a no importarme nada.
Y me he olvidado de las reglas.
¿Podrías enseñarmelas de nuevo?
Como cuando no nos conocíamos.
Como cuando los días eran irrelevantes.
Yo primero y después, si tenemos tiempo, tú.
Y así sucesivamente o al revés, como prefieras.
Pero nunca el uno sin el otro.
Esas son mis reglas.
Las que tenías que enseñarme.
Háblame ahora de las noches que malgastaste en mí.
Muéstrame tus silencios, estos que pesan tanto que te ahogan.
Ah...
Lo siento.
Olvidé que era la única que jugaba.
Olvidé que siempre pierdo.
Y así siempre.
Siempre el uno sin el otro.

miércoles, 2 de octubre de 2013

Sin tí.


Muero.
Y es un dolor seco, duro,
sin fuerzas para llorarte.
Necesito señales de vida, pero sólo si son tuyas.
Sino, las archivaré en mi señales de muerte.
Vive conmigo, estoy harta de sobrevivirte sola... pero no quiero superarte.
Estabas en cada esquina de mi vida
en cada rincón
en cada calle
en cada sueño.
Y ahora te encuentro cada vez que me pierdo... y si te encuentro no te doy la oportunidad a encontrarme.
Y ahora se me encoge el corazón al pensar en tí... y echa de menos cuando se salía del pecho.
Creo que ha hecho las maletas.
Sí, mi corazón. Valiente estúpido.
Me siento tan vacía que he llegado a pensar que es porque no siento.
Y no es tu culpa, ni la mía, ni de mis esperanzas absurdas, ni de mi pasado idílico.
No, es culpa de mi corazón. ¿A dónde va a ir con esas maletas?
No me importa, es su problema.
Pero... ¿a dónde voy a ir yo sin tí?
Sin tí.
No quiero y no puedo... y no querer es no poder. Eso es clarísimo
Sin tí
...
ni siquiera sabría cerrar esta frase.
Ni la puerta, ni los ojos, ni la ventana, ni la vida.
¿Quien cierra vidas?
Yo no... y menos sin tí.


lunes, 23 de septiembre de 2013

Tarde, mal y siempre.


Tú, tarde, mal y siempre.
Un caminante más en un mundo que no entiende de caminos al andar.
Un soñador que ha comprado su sueño a un farsante.
Una mirada desde lo alto de la nada, para controlar la vida que no parpadea.
Tú, un millón entre tantos unos.
Una carta arrugada de tantas que logré escribir.
Y yo.... tarde, mal y siempre.
Muriendo por tus caminos y tus sueños falseados.
Por tu mirada.
Muriendo por tí, un uno entre tantas cartas, un millón entre arrugas de tinta.
Yo, tarde para abandonarte
mal para resistirme
siempre... siempre para tí.

martes, 17 de septiembre de 2013

Continuo aleteo de un pasado sin tí.


La palabra "mañana" corría desgastándole la suela al tiempo.
Yo naufragaba en cada segundo que rodaba por mi piel, como una cascada.
Te echaba de menos cuando estaba contigo y era cuando te perdía que valoraba cada instante de añoranza.
Las ciudades necesitaban más de pasos que de calles, más de cuerpos que de suspiros.
No había siquiera balcones para los poetas, ni tinta, ni poesía, sólo la palabra "poeta" y un abrigo, cobijándose del frío de Diciembre,
Mis sentidos se abandonaban a la lógica, aquella contra la que habían luchado. Alzaban una bandera blanca manchada de carmín, de deseo, un "te espero mañana" disfrazado de rendición.
Y no mentían.
Te esperaban mañana, pero se hartaron de esperar y se dejaron seducir por la locura.
Qué dulce la locura que me permitió conocerte... qué ingenua yo tendiéndole la mano.
Aún espero noticias de los pasos que abandonaron a las calles, de los poetas huérfanos de poesía y balcones, del calendario que puso nombre propio a mi locura.
Aún espero noticias tuyas, en cada papel que leo, en cada ciudad que me secuestra, en cada una de nuestras miradas de silencio.
Aún te espero... pero prefiero que seas sincero y me ataques con un adiós en vida a que permitas que me envenenen el tiempo y la esperanza mintiéndome diariamente al son del "te veré mañana".

domingo, 1 de septiembre de 2013

Frases breves para sentimientos eternos.


"Cada noche que malgasto soñándote se escapa más rápido que su día."
Ayer el Sol se decidió a madrugar, creo que quería despertarme.
La calle fría me contaminaba de sus sentimientos, me robaba mi propia vida engañándome con la alegría de la mañana que jamás debió nacer.
Un paso tras otro avancé en la calle, retrocedí en el tiempo, me perdí en mi ideas y abandoné el mundo sobre el que estaba caminando.
Tú, yo, ¿qué era ahora de estas palabras sin poder existir un nosotros?
Cómo duele todo cuando se va, y cómo enamora ese dolor, qué vivos nos hace sentir.
Somos idiotas y masoquistas, pero tal vez no sea malo sufrir cuando nosotros mismos nos creamos la necesidad del sufrimiento... Quizas el mismo sufrimiento tenga algo de ambiguo... como su nombre: Sufri-miento.
Miento.
Una mentira, ahí está la respuesta que quería encontrar.
No es sufrimiento verdadero el amor sino un sentimiento tan profundo que intenta desbordarnos, salir de nuestra piel creyéndola indigna de su valor.
No es dolor auténtico, es algo grande, hermoso...
Reflexionaba sobre la ambigüedad de esta palabra tan poderosa que utilizamos a la ligera cuando de pronto mis pasos me frenaron y casi me obligan a caer.
Un hombre alto miraba a una chica.
Ella sonreía, una sonrisa por cada palabra que él pronunciaba, un "quiero ser tuya" en cada asentir de su cabeza, un "te quiero" cada vez que agachaba la mirada.
Él la miraba... puede que aún sin amarla como en un futuro lo haría, pero empezando a enamorarse de la inocencia en su mirada, de la fuerza de sus pensamientos, de la energía de sus palabras.
Allí estaban... dos miradas jugando a ser nosotros.
Dónde hemos acabado... siendo simplemente el guión de una realidad paralela...
Tenemos que admitirlo, no somos más que dos papel secundarios, desde el día en que decidimos que "Tú" y "Yo" no necesitaban ser más aquel brillante "Nosotros", aquel inexistente para siempre.
Fría, inmovilizada frente a aquella pareja de extraños comprendí que a veces la palabra "Sufrimiento" encierra más de lo que nadie puede imaginar... guardó entonces para mí el amor inmenso que me hizo daño... pero también el vacío eterno que me dejó la ausencia de ese dolor.

viernes, 28 de junio de 2013

Palabras.


La llama del amor arrasó los bosques que llamábamos invierno.
La soledad de tu nombre confió su pasión a las letras que yo misma dejaba perfectamente dispuestas en una hilera hacia mi casa.
Sin tan siquiera saber cómo colocar un paso tras de otro dibujé un camino que se alejaba del lienzo donde nacía.
Dijo adiós un canto que no conocía las sílabas con las que nos habíamos enamorado. Puso punto y final a un libro que aún no había sido encuadernado y sobre el cuál tan sólo había llorado el viento.
La vida se envolvió en una túnica del color del cielo bajo el que me escondía antes de saber que me resguardaba en el escondite más amplio de esta inmensidad.
-Te echo de menos-dijo cerrando la puerta mientras la sombra de sus sueños comenzaba a confundirse en el pasado.
Sin motivo ni musicalidad perdí la cabeza, abrí la ventana, di dos pasos en falso e intenté mantener el equilibro en un tercero que desafió los refranes y no dio lugar a ninguna "vencida".
El fuego se apagó por la insistencia de las lágrimas que no llegaron a ser derramadas, y el tiempo se ocultó bajo el mismo cielo que yo consideraba buen refugio para los soñadores incoherentes, incoherentes como estas palabras.
Vengó mi muerte interior la poesía y tendiendo una mano de pasión a la vida prometió que me devolvería el aliento para respirar.
Aquí declaro mi amor únicamente a las letras que careciendo de cuerpo viven sólo siendo alma.
Aquí me entrego con devoción a todo aquello que no existe, y tras derrochar segundos bañados de tinta prometo que toda palabra que escribí era fruto de la cobardía al no saber decir "te amo".

lunes, 24 de junio de 2013

Día 3.


Las calles huelen a tí.
He dejado mi alma perdida en el último abrazo que nos dimos, mis lágrimas descansan sobre tu pecho.
La vida se arrastra tras de mí intentando que le tome un mínimo apego, pero si no estoy a tu lado no puedo amar a esta vida.
Te has llevado todo lo que quise, porque todo lo que quise eras tú.

lunes, 17 de junio de 2013


Estoy viendo el tiempo desvanecerse entre mis dedos... otra vez.
Los segundos han adquirido un tono pálido y doloroso, un peso abrumador.
En mis brazos descansan las horas en las que te extrañaba, mientras tú aún conservas la forma de mi cuerpo que a penas pudo respirar sobre tí.
Dicen que no hay peor dolor que el por vivir, y cumpliendo letra por letra esa sentencia siento un puñal atravesarme, robarme lo único que quería, llevarte lejos sin poder decirte adiós.
Mis ojos se pierden en un infinito por construir, se pierden en el recuerdo de tus ojos, de tu sonrisa. Me pierdo en tí y una vez más sin encontrarme vuelvo a carecer de todo sentido.
Por favor, congela este momento, déjame encerrada aquí en el dolor de la espera pero no me hagas vivir otra despedida.
No, por favor, no puedo soportarlo otra vez, no puedo dejar marchar de nuevo todo lo que poseo.
Tengo miedo, los recuerdos pesan demasiado y las lágrimas terminan por erosionar cualquier rastro de alegría.
Tengo miedo sin tí, sin poder resguardarme en tus brazos. Tengo miedo de mí, de verme sola cada día, sin encontrar un aliciente para respirar el siguiente instante que se retrasa en su latir.
No te vayas, por favor, no todavía.
Déjame al menos suplicar entre tus brazos, derramar la última lágrima sintiéndome protegida.
Dame al menos la oportunidad, antes de perderte para siempre, de decirte que te quiero.

jueves, 6 de junio de 2013

Lo siento.


Lo siento.
Por el tiempo que dediqué a intentar odiarte, a olvidarte. Por haber desperdiciado momentos a tu lado inconsciente.
Siento no haber pensado en tí teniéndote tan cerca.
Siento tener tantas cosas que decir, tan poco coraje y tan poco tiempo...
Siento la muerte cerca, sin ser una muerte física que me arranque de este mundo, siendo una muerte cruel que me roba lo que más necesito.
Te quiero, y me queman los sentimientos, me hacen sentir que haya pasado el tiempo, me desgarran con los segundos que perdí, me hacen sentirme sola sin tus brazos.
Lo siento, siento sentirlo... pero sobretodo siento seguir amándote.

martes, 4 de junio de 2013

Querido nunca.


Le pregunto al papel qué hago escribiéndote de nuevo, sabiendo que no puedes leer las palabras que dibujo:
"Querido nunca:
Ha llegado la hora de decirte adiós.
Las horas las marca siempre un reloj, o al menos eso nos han enseñado desde que somos pequeños...
Creo que maduramos cuando nos damos cuenta de que nosotros mismos somos ese reloj, capaces de congelar momentos, de repetirlos, de prepararlos antes de que lleguen. Somos esas manecillas_ la que avanza lentamente preparando el camino y la que rápida recorre el tiempo sin darse cuenta de que su avance tiene consecuencias mortales.
Ahora, como reloj que soy, he decidido marcar las doce.
Aún no entiendo por qué quise quererte, por qué me entregue en cuerpo y alma a una persona que ni tan siquiera podía ser partícipe de mis sentimientos.
Es doloroso, ¿sabes?, que la pasión entre dos cuerpos sea puramente poesía, que la única felicidad que pueda vivir sea a tu lado, respirando tu aire... que este sea insuficiente sin tí.
No, no lo sabes, porque nunca has sabido nada. Deducir no es saber, ¿me entiendes, Querido Nunca? saber es sentir en tu propia piel la herida del otro, es sangrar por la misma yaga... saber es poco común en un mundo de tantos que creen entenderlo todo.
Deducir es lo que hacías cuando leías mis palabras hacia tí, deducir cuando me mirabas a los ojos, deducir al acercarte y notar mi respiración entrecortada. Deducir a fin de cuentas que una idiota se había enamorado de tu sonrisa... pero deducir no es saber y a pesar de ser idiota siempre supe (y claramente digo supe) que  mi sentimiento superaba al amor.
Ha llegado la hora de decirte adiós, sí, lo digo yo como reloj.
Quiero borrar de mi mente cada recuerdo que me hizo despertarme sonriendo, cada sueño abandonado en la almohada y cada suspiro.
Quiero abandonarte aquí, Querido Nunca, hasta que los años pasen y me contaminen de experiencia, hasta que el tiempo decida si es adecuado amar... hasta que una mísera cifra catalogue mis sentimientos de apropiados.
Hasta entonces (y no me atrevo a asegurarte un para siempre) recuerda que estuve aquí para tí, entregada y ciega, e incluso más ciega que entregada. Piensa que no era más que una idiota que incluso se sintió agradecida por haberte tenido cerca, pero que se ve morir sola por no poder dormir entre tus brazos.
Querido Nunca, siente de corazón que tengas tanto de Nunca y tan poco de Querido: Alire."

Toon Toon Toon...
Estúpido reloj, calla las horas y déjame decidir sobre mi tiempo. Déjame ser la manecilla veloz e inconsciente que borre el punto y final a esta historia, que aguarde a que sea el mes de Junio quien lo dibuje.
Mientras el fuego devora mis últimas intenciones de olvidarte, en la esquina del salón el viejo reloj de pared, resignado, entona una  última campanada.

martes, 21 de mayo de 2013

.


Ya no sé en qué momento me perdí a mí misma para convertirte en todo lo que tengo.

martes, 14 de mayo de 2013

Diciembre.


Ni siquiera recuerdo el sonido de la voz que me lo dijo.
Alguien intentó explicarme que una persona es valiosa en la medida en que consigue hacerte sonreir.
El amor que sientas hacia esa persona es necesario e imprescindible siempre que te haga ser feliz, que la felicidad se balance con las lágrimas y las reemplace.
Me susurró que los besos que quedan encerrados en tus labios terminan por emerger en sueños y saciar tu corazón de una felicidad onírica que confunde a la misma realidad.
Que los latidos desbocados de tu corazón acaban formando una melodía tan hermosa que tus sentimientos no habrían creado jamás sin contar con su rítmico palpitar.
Aquella voz me animó a querer, a desafiar a los imposibles y demostrar al mundo que el amor no tiene por qué ser siempre cosa de dos, que puedes estar sólo en el mundo y seguir amando.
Aquella voz me animó a olvidar y dejarme arrullar por el murmullo del tiempo.
Aquella voz era yo misma, perdida en las confusiones y el dolor, pero entregándome incansable a alcanzar la felicidad... siendo sólo voz y mensajera del propio amor que me quema.

sábado, 27 de abril de 2013


Mi mirar no era más que una pupila oscura manchada de recuerdos.
Recordaba las miradas que no llegaron a ser más que un velo cubriendo las pestañas, un susurro en los labios que no se atrevió a ser palabra, ni palabra ni beso, ni sentimiento ni pasión.
Adquirí la forma de un pasado cobarde, de tardes teñidas de incertidumbre, de suspiros en el cielo fingiendo ser nubes.
Volví la vista al frío del invierno, a la crueldad de las noches que intentaban acunarme en su silencio para disipar mis lágrimas y dejarme conciliar el sueño... pero las noches siempre han sido solitarias sin tí.
Acarició mis labios el viento, viento que sabía a tí, incluso me aventuro a decir que sabía a tus propios labios.
Viento que sabía al misterio que los rodea, a la utopía en la que vivo y a la que intento arrastrarte.
Vida que me sobrecoge, tiempo que mira como si fuera olvido, susurros que suenan a tí... ¿y yo? yo solo yo si soy contigo.

Cielo y tierra cedieron al paso de los segundos.
Las garras del tiempo resquebrajaron el futuro.
Los minutos perdieron la esencia de la pasión por la que habían nacido...
y cuando todo se perdió en las nubes que nunca existieron... tuve una mano a la que aferrarme.
Gracias.

miércoles, 24 de abril de 2013


Al final de la estrecha calle vislumbré una figura.
Era un hombre alto y delgado, pero más que largo resultaba imponente, o tal vez mi subconsciente me traicionaba y me hacía ver lo que mi corazón sentía.
Llevaba un abrigo negro que le cubría hasta las rodillas, elegante, y de su hombro colgaba una cartera desgastada por los numerosos viajes en los que había acompañado al hombre.
Tenía los ojos pequeños y oscuros, muy oscuros, transmitían una extraña energía que no podría describir, me tentaban a conocer su historia.
Sus labios eran finos y esbozaban una sonrisa. Parecían forzados al silencio, como si tuvieran mucho que decir. Y sé que lo tenían, que si era apasionante su mirada aún lo era más su historia.
Su pelo ondeaba al viento, moreno, alcanzaba los hombros y completaba el misterioso retrato de aquel hombre al que fingía no conocer para observar de cerca.
Caminaba con decisión hacia ninguna parte, haciendo que su abrigo describiese el movimiento del viento y marcase el compás de sus pasos decididos. 
Saludaba a la gente que se cruzaba en su camino como si fuesen una parte imprescindible en su caminar, haciendo sentir bien a todo destinatario de aquella hermosa sonrisa.
Desde un punto de vista completamente subjetivo puedo decir que aquel hombre era realmente atractivo. No sólo por su mirada ni por su porte, sino por sus palabras que te ataban por completo al argumento de la historia que narraban. Eran claramente las palabras de un arista, palabras con fuerza y entusiasmo, que algunos incluso tachaban de locura, pero que a mí me resultaban fascinantes, como una adicción.
Así, con la cabeza llena de sentimientos y subjetividad observé al hombre alejarse calle abajo y con una sonrisa en mi rostro tan amplia como el vuelo de su abrigo admití que estaba locamente enamorada de él.

Tú.


Mi mirada pierde el tiempo cuando te veo, derrocha los segundos que se deslizan sigilosos intentando desvanecerse sin ser vistos.
Mis sentidos se paralizan y como una idiota me entrego al más profundo de los sentimientos.
Eres tus ojos, que parecen transmitirme la tranquilidad que siempre busco, pero que son a la vez la euforia que me lleva a ansiar ese estado de paz interior imposible de alcanzar.
Oscuros y misteriosos, tal vez porque nunca he podido mirarlos a través de mis pupilas sino que siempre cedo al corazón la labor de intentar mantener tu mirada y es ese misterio el que me hace fijar la vista en ellos, como si aún buscase una fuerza más grande que pudiese atarme a lo que siento.
Eres tu sonrisa que me fuerza a sonreír aunque por dentro me queme el fuego, que me obliga a alimentarme de las pocas energías que conservo en forma de recuerdos, que me hacen plantearme si algún día fui la causa de esa sonrisa.
Eres tu forma de caminar, la sombra que dibuja tu mirada en la distancia, pasos que paralizan mis pasos, decisión que ataca mis defensas.
Eres el silencio que en mí dejas cada vez que las palabras materializan tus sentimientos, cada vez que tus labios confían más en los sonidos que en mi propio amor, cada vez que hablas, cada vez que callas, cada vez que ríes sin sentido esperando que alguien te acompañe en tu reír.
Eres la última esperanza que quemé en todas mis historias, el artista del que me enamoré cuando apenas tenía razón de las palabras que plasmaba en el papel. Eres el personaje predilecto en mis historias, el hombre moreno del abrigo largo al que tanto amé sin tan siquiera conocer, la tinta que terminó materializándose y robándome toda esperanza de ser eternamente amante del papel y únicamente por él amada.
Eres tus ojos y tu sonrisa, tus palabras y tu forma de caminar. Eres el peor error que jamás he cometido pero el más perfecto de todos los que jamás podré cometer.
Eres más que las palabras que torpemente intento hilar, más que los sentimientos que me atormentan cuando intento razonarlos.
Eres, por desgracia, todo lo que amo, todo lo que puedo amar.
¿Y yo? Soy tan sólo una pintora que silenciosamente observa su modelo, procurando no ser vista pero no olvidar un sólo detalle. Soy la tejedora de palabras que entregándose a sus lágrimas y a su prosa te observa alejarte, sabiendo que jamás será parte de esa sonrisa, ni el misterio de esos ojos, ni la sombra de esos pasos, pero que sigue intentando describirte con la consciencia de que el amor es el único capaz de poner el punto y final a tu descripción. 

martes, 16 de abril de 2013


Poco a poco las defensas son devastadas por la sucesión de los segundos.
Vivo alimentándome de recuerdos, que a fin de cuentas son parte de mí, de mi mente, de mi alma. Al necesitar abastecerme de las propias energías de mi cuerpo me debilito por intentar revitalizarme, sin esperanzas de crear nuevos recuerdos que me hagan fuerte.
Soy las palabras y tú eres el sonido que brota de mis labios, soy la tinta y tú el papel, base sobre el que dejo correr la inspiración que es mi propia sangre.
Soy el indispensable "y" de las uniones, la fuerza que intenta enlazar ambas partes pero es incapaz de arrastrar a una de ellas a fundirse con la otra y prescindir de su función.
Soy el silencio que hace alargarse el último sonido de las palabras, que hace calar en la memoria la profundidad de sus sílabas y su mensaje.
Soy la última lágrima que brota de los ojos cansados, la derrota de la propia derrota, el último dolor que surca la mejilla cuando la infelicidad ha tocado fondo y toma fuerzas para regresar a la superficie.
Soy todas las miradas inútiles, toda la torpe prosa y firme poesía, soy la vida que se desgasta mientras la tuya me sobrevuela.
Soy tú, cada vez que apartas la mirada, cada día que se desliza sin dejarme tenderle la mano. Soy el último de los abrazos de una despedida, si ese abrazo es tuyo y si nuestra despedida no es eterna.
Soy el "hasta mañana" que me hace seguir con esperanzas y dejar de creer que las defensas pueden ser devastadas por la sucesión de los segundos.

viernes, 5 de abril de 2013


Te quiero.
A veces nos perdemos en las paradojas y la metáfora, nos abandonamos a la elegancia de las palabras y malgastamos el tiempo en párrafos inconclusos.
Dedicamos cientos de sílabas en expresar un sentimiento, sin ni siquiera atrevernos a pronunciarlo, aventurarnos a compartirlo con nuestros propios labios. Nos limitamos a ser egoístas de la sinrazón.
Nos dañamos lentamente, morimos malgastando nuestras últimas energías en esbozar una sonrisa visible al exterior pero incapaz de transmitir un ápice de alegría a nuestros corazones.
No nos destruyen las palabras, que sin duda hieren más que las espadas, que al fin y al cabo ensartan personas, no sentimientos. No nos destruyen las palabras, nos envenenan los silencios, veneno amargo que nos obliga a dejar esas espadas, esas palabras, atravesadas en nuestro corazón, matándonos a nosotros mismos por el miedo a fracasar.
Te quiero, y necesito papel para decirlo, necesito anonimato y soledad, necesito una mirada cómplice que me diga que tú también me quieres, que eres capaz de librarme de mis espadas, despojarme de las lágrimas, rescatarme de esos silencios, tenderme una mano cuando yo misma me arrojo inconscientemente al abismo.
No soporto las distancias cortas, respirar el mismo aire, sentirte cerca, oírte respirar, hacerme presa del pánico por el acelerado ritmo de mi corazón. Caer al suelo derrotada y seguir perdida en esa corta distancia sintiéndome inútil, impotente, siendo infeliz y creyendo que sólo tengo el cometido de encerrar en mí esas espadas que cada día abren más las yagas que el tiempo me va dibujando en la piel.
Lo siento, por ser una idiota disfrazada de valiente, por ser una sonrisa cuando muero, por ser papel cuando tengo oportunidad de ser persona. Lo siento, siento escribirte y siento quererte, siento que no me escuches y siento que no me creas... pero a pesar de arrepentirme de ser yo, de que tú seas y de que nada seamos aquí estoy, malgastando párrafos y energías.
Te quiero.

martes, 26 de marzo de 2013


El tiempo ha atacado mis defensas y vencido toda fortaleza que me protegía.
Las lágrimas han erosionado mis esperanzas y el virtuosismo de mis ideas muere lenta y dolorosamente.
Tiendo los brazos a un cometido opuesto a mis ideales de vida, a mis sentimientos, me abandono a un soldado que lucha contra mi propio ejército.
¡Ajetreado y absurdo mundo, arranca de mi alma todo lo que algún día me hizo esbozar una sonrisa y arrójalo a la oscura niebla de la que vistes esta sociedad!
No he sido fuerte, y mi debilidad se ahoga en una copa, en la confusión de la noche, en lágrimas del pasado.
Se ahoga, y como débil despojada de toda su cobardía me muero, sin ti,  tal y como estaba antes de ese día en que pasaste de ser lluvia a convertirte en  ese mar en que me ahogas.

jueves, 28 de febrero de 2013

Elisa.


Dentro de unos años, cuando el tiempo haya dañado la superficie de nuestra piel, cuando haya consumido lo que alguna vez tuvimos en nuestras manos, cuando los segundos que acompañaron nuestras aventuras hayan espirado una niña con el pelo anaranjado sostendrá entre sus manos una foto desgastada.
-Mamá, he encontrado esto en una caja... ¿es tuyo?
Mi mirada se perderá en la impresión de aquel recuerdo.
En un segundo reviviré todos los momentos que parecía haber olvidado. Las tardes de confesiones inútiles volverán a mi mente, la playa en verano, corriendo hacia el agua mientras granizaba como si fuéramos dos idiotas sin nada que perder.
Las lágrimas que por primera vez pude compartir, por amor, por estupidez, tal vez sólo por el afán de aprender a llorar, pero lágrimas que pesaron menos por tener alguien que las comprendiera.
Nuestras tonterías, nuestra forma de reír en los momentos más inapropiados, todas las canciones que a cada una evocaban momentos diferentes pero que terminábamos por compartir. Todas las veces que intentó que dejase de volar por un mundo inabarcable y me centrara en la tierra... con poco éxito pero mucho empeño.
Todas las absurdas conversaciones filosóficas sobre cómo pasa el tiempo, cómo pasa la vida o cómo acabamos un  día sin poder ni darnos cuenta.
Volveré a sentir el calor de los Viernes cuando podía abrir mi mente, de las madrugadas en vela malgastando nuestro tiempo en tonterías.
Podré volver a sentirla a mi lado, como si el tiempo nunca hubiese pasado, cómo si aún tuviésemos quince años y una vida por vivir.
Me aferraré a la fotografía como si el pasado tuviese el mismo valor que un fragmento de papel. Por un momento ni me daría cuenta de que el tiempo estaba pasando y que mi hija seguía esperando una respuesta.
Entonces la abrazaría, besaría su mejilla para ocultar las lágrimas y la oprimiría contra mí... simplemente pidiendo al mundo que algún día ella pudiera tener a alguien tan grande a su lado como tuve yo.

martes, 19 de febrero de 2013

Por tí.


Te he encontrado.
Mis palabras han hallado un destinatario, han puesto un cuerpo en tanta prosa incomprendida.
Mi búsqueda ha obtenido su recompensa, unos ojos a los que mirar, unos brazos a los que querer aferrarme.
He vuelto a perder la cabeza, sin sentido alguno, como producto de un sueño, pero he encontrado un motivo para mi vida en tu sonrisa.
Lo siento, siento haberme enamorado.
Mis palabras se ahogan en lamentos incomprendidos, en murmullos inútiles, en cobardía.
A pesar de haber culminado mi búsqueda, tus ojos me atraviesan, tu mirada devora mis sentimientos sin piedad, marchitan lo que algún día podría haber sido una flor.
He perdido la cabeza, como siempre, como producto de un sueño, sí, pero continuo viviendo por una sonrisa que no me corresponde, de la que no soy más que partícipe.
Me he perdido sólo porque no me has encontrado.
Lo siento, siento haberme enamorado.

miércoles, 13 de febrero de 2013


Muero.
El calor se debilita, el corazón pierde su estúpida cadencia, ceden las palabras en un suspiro y el aire pasa a ser quien me consume.
Los recuerdos se desvanecen en finas bocanadas de aire, las miradas tienden su mano de inerte existencia al olvido...
Muero.
La eternidad me intimida con su fría soledad, ahora la perfección eterna me parece distante y empañada de inutilidad... ni siquiera el "siempre" sacia mis ansias de vivir, a pesar de deshacerme en esta agonía.
Me aferro a las últimas astillas que quedaron clavadas en mis sentimientos, las arranco intentando saciar el dolor que me causaron, sintiéndome ganadora de una batalla ya perdida.
Muero...
Muero por haberte sentido, por haberme rendido a los pies del amor. Me desvanezco por haber sido su esclava una vez más, sufridora de su esencia, fiel seguidora de sus caprichos.
Pierdo todo por tí, como si algún día hubieses percibido el calor de las llamas que me abrasaban, como si hubiésemos sido dos jugando al mismo juego, en lugar de una loca y un papel, el amor y la muerte en esa tinta.
Muero.
Aunque sé que no es la última ni la primera vez que muera, aunque sé que es sólo otra falta de aliento antes de respirar. A pesar de haber muerto tantas veces sigo cayendo como si fuera la primera.
Muero... por estar cansada de morir asesinada por el amor y ser la única que arroja flores sobre mi tumba.

martes, 5 de febrero de 2013

Pasado.


La cama ha dejado esa extraña forma en el lado derecho una noche más. Llevo cargando con Febrero desde casi un año... 365 días de amargura acompañada de un recuerdo. Mi espalda carga el peso del pasado, estúpido e inútil, martilleando mi cabeza con las lágrimas que derramé por unos ojos que jamás miraron más allá de mi nombre.
No soy metafórica esta vez, no soy escritora, intento ser objetiva y realista. Sus manos se aferran a mi espalda como si fueran su único mástil, me abrazan tal y como deseaba que todo hubiese ocurrido... pero como es habitual en mí tengo que conformarme con el pasado, con su recuerdo, no con el hombre que me ha condenado a este martirio.
Sus manos oprimen mi cabeza cada vez que en la radio suenan los acordes de cientos de canciones que me hacen perderme en meses que se han desvanecido. Noto su mirada clavada en mí cada vez que consigo esbozar una sonrisa, cada vez que finjo que todo está bien... noto que me mira y me ordena que no continúe soñando, que estoy presa de sus garras.
Mientras las calles se deslizan bajo mis pies, la ajetreada muchedumbre me hace sentirme más sola que nunca, rodeada de vidas completas, vidas de dos, de dos personas con los dedos entrelazados y no unidas por las llagas que les hizo el tiempo. Vidas comunes... supongo que ser escritor termina por condenar con surrealistas sentencias como mi acompañante.
Entro en una cafetería llena de palabras... sí, creo que había gente allí pero sólo podía escuchar sus palabras, eran lo único que sobreviviría cuando su cuerpo les abandonase.
Pido el café de siempre, en el sofá de siempre, bajo la lámpara de todos los días, al lado de la mesa vacía de por las mañanas...¿vacía?
Mis costumbres se descomponen al observar a un hombre sentado en la mesa que siempre queda reservada a la soledad. Un hombre con un largo abrigo negro, elegante, leyendo palabras que tengo la certeza de que el mismo ha escrito... lo pude deducir por el brillo de sus ojos.
El corazón me da un vuelco repentino al ver al lado de ese hombre una sombra familiar... las manos de mi Febrero se aferran a mis sienes transmitiéndome un dolor imposible de ignorar... él también lo ha visto.
Le reconozco por sus ojos fríos, por la carencia de expresión en su mirada y por la ausencia de movimiento al respirar... un respirar casi imperceptible. Aquel hombre sufre también del peso de sus recuerdos, de esa compañía fría que te hace hundirte aún más en la soledad.
Ambos nos miramos.
Sonreímos.
Nos miramos de nuevo y el cierra su pequeño cuaderno.
Podría seguir escribiendo eternamente sobre el día en que conocí al escritor, al hombre del abrigo negro... pero no tiene sentido seguir hablando del pasado, he aprendido esa lección.
Sólo merece la pena ser nombrado el momento que en mi vida olvidaré.
Los ojos de mi pasado se llenaron de lágrimas, por primera vez, tendió su mano hacia la espalda de aquel hombre, donde vivían sus recuerdos y me abandonó, sola, ligera e incluso asustada.
Vi como ambos se alejaban, dejándonos solos en aquel café, dos extraños unidos por las letras, libres de sus recuerdos, comenzando una vida nueva... comenzando a vivir.
El pasado no es eterno. Un día te deja en manos del presente, te confía a la incertidumbre, a la suerte, al amor... te deja desnudo entre tanta perversión sentimental, sufriendo, añorando, sintiendo, feliz... viviendo.
Ese día le perdí, se llevó con él las sombras del invierno, se llevó sus recuerdos y sólo me dejó mis poesías. Esas noches no pude llorar, se llevó mis lágrimas y mi sufrimiento, me desprendió de todo lo que me había hecho daño.
Esas noches no pude llorar... pero el lado derecho de la cama no quedó vacío... y de mi perchero colgó para siempre un largo abrigo de color negro.

sábado, 2 de febrero de 2013

M(e)lancolía.


La lluvia golpea las ventanas, incansable.
Rompo mis recuerdos harta de ser la única enamorada del pasado.
Derramo los instantes perdidos buscándote desesperada.
Lloro como lo que soy, una ilusa, una persona que busca su norte, desorientada entre tanta confusión.
El tiempo se deshace entre mis manos y el viento te escribe en mi lista de personas que me queman sin saberlo.
Vuelvo a caer lentamente por el camino que me llevó a la perdición, a mucha y mucha escritura, muchas palabras... como bien dices, mucha nada.
Maldigo las veces que besé el aire, que acaricié las notas, que susurré los sentimientos. Maldigo el día en que creí querer, maldigo haber creído que era fuerte para soportarlo.
Nazco de un conjunto de luchas vencidas, perdidas, pero al menos luchadas, y la impotencia de ser la única guionista de esta historia me destroza.
Mueren lentamente todas mis ilusiones con tus iniciales, todas mis horas, todo mi yo, todo tú, todo lo que quise.
Muere la melancolía, muere... y la lluvia cae incansable.

martes, 29 de enero de 2013

Contigo.


Hay noches en las que se culmina el éxtasis de la sinrazón.
Hay noches de silencio, noches de recuerdos, noches que ni siquiera se sienten como noches, que derrochan la oscuridad en la cuna de sus confusiones.
Hay mañanas que suceden a esas noches, incoherencias y penurias, rastros de esperanzas consumidos por el fuego de la inexistente pasión entre dos cuerpos.
Mañanas que saben a cielos grises y ocultos por la lluvia, a instantes derrochados por la prisa de las mañanas, de las noches, nuestra prisa.
Hay días inalcanzables, sueños de amaneceres, caricias de lujuria y silencios de inspiración.
Hay vida más allá de esas noches, vida más allá de esas mañanas... pero más allá de nuestra prisa...ni tan siquiera existe un "nosotros".

miércoles, 9 de enero de 2013

Perder el tiempo.


Perder el tiempo.
Desde mi sillón todo se ve horriblemente relativo, parece que cada instante tiene una interpretación confusa y diferente que contradice a la anterior.
Perder el tiempo... eso dijeron quienes no sabían. Que la vida estaba hecha de pérdidas de tiempo unidas por grandes momentos memorables que le hacía encontrar un sentido, sin embargo desde mi cálido salón, las pérdidas de tiempo se ven una parte fundamental de la existencia y no meras cadenas de unión.
Intentaré expresarme. El ser humano aspira al amor, se destroza y auto consume dejando que los sentimientos devoren los ápices de cordura que el tiempo les había permitido conservar.
Un hombre compra unas flores, cruza la calle, espera a la gente, abre la puerta, busca sus llaves y antes de entrar a casa de la mujer a la que amaba se da cuenta de que nunca será amado, que todo ha sido en vano, simples ilusiones.
¿Dónde está la perdida de tiempo? ¿Ha sido culpa del hombre que recolectaba las flores, de los coches que no permitían cruzar a los transeuntes, de los peatones que impedían el paso de los demás, de las llaves perdidas en el bolsillo de su gabardina?
¿Es en realidad culpa de alguien? ¿Existen en realidad las pérdidas de tiempo?
No, y déjame explicar el por qué. El aire era cálido esa mañana, las flores desprendían un olor a esperanza mezclado con el viento, la gente tenía miles de ideas y de sentimientos que contagiaban al joven enamorado de las flores, al iluso hombre de la gabardina que dejaba perderse sus llaves. El tiempo que la mayoría daría por perdido había sido sólo otra lección para la persona que cayó en la conclusión de que esta vez no había logrado sus propósitos, y que por más flores que acompañasen a los latidos de su corazón no lograrían tener más fuerza los sentimientos de la gélida mujer a la que se había entregado.
Iluso, estúpido, frágil hombre de la gabardina. Has perdido el respeto de todos los que creen saber lo que es el tiempo, lo que es la gente, lo que es la vida, lo que eran las flores aquella mañana.
Ellos te tacharán de derrochador de segundos por los instantes que te siguieron con la mirada, sin saber nada de las horas anteriores, de los días, de los meses. Sin saber de los premios que te habían otorgado por la poesía hacia aquella gélida mujer, las lágrimas que derramaste intentando ocultarte tras la gabardina, la fuerza con la que arrojaste esas llaves desgarrando su forro antes de salir de casa, luchando por no ir a comprar aquellas flores, por no recaer en tus errores , por no desperdiciar aquella mañana, por no amarla de nuevo...por no malgastar el tiempo.
Ellos conocerán la versión tangible, la versión simple y observable... ellos seguirán sin saber nada, y en sus especulaciones habrán sido los únicos criminales que desperdicien los segundos.
Lo siento, desde mi sillón todo se ve horriblemente relativo.

miércoles, 2 de enero de 2013

Imposible.


Supongo que imposible es esa marca emocional que ponemos a las cosas que nos dan miedo porque las vemos inabarcables, como que dentro de la realidad se ven difíciles y peligrosas. Por eso decidí abandonar la realidad e ir a esa fantasía en la que me albergo cada uno de todos los mese del año, para no tener que relacionarme con los mediocres e incalsables imposibles.