martes, 10 de diciembre de 2013

Falso París.




Me gustaría hacer una fotografía. 
Pero no una cualquiera, estoy harta de los sitios cualquiera que no se dejan fotografiar. 
Será la ventana de aquel maldito albergue de París, amaneciendo, sin haber pegado ojo en toda la noche. 
Y no hablo solo de mí, hablo de París. 
La considero inquieta, como todas las chicas de labios color burdeos. 
Será París la fotogafía, por no ser mi cuarto desordenado con mil cartas que nunca valieron la pena.
Por no hablar de todos los tickets de autobus, los papeles de regalo y los recortes. 
Qué triste que estén más vivos que yo. 
En ese falso París quiero fotografiarme, perdiendo la cabeza y ordenando las medias; pero también llorando cuando todo lo bueno ha pasado. 
Pensaré alto y claro (o solamente alto, como suelo hacer) ¿cuándo ha sido la última vez que algo bueno pasó?
Dios. 
Creo que se han ido ya trece meses. 
¡Cómo corréis, ni que se os pasase el tiempo! 
Y aquí estoy otra vez, mirando las calles cómo si tuviesen algo que decir, y agotando el frío fingiendo un cuerpo con quien compartirlo. 
Ojalá una cámara pudiese inmortalizar ese frío, el vacío de la calle llena y la falta de ritmo en mis pasos constantes, uno tras de otro.
Persiguiéndose.
Sin alcanzarse nunca.  
Como todos nosotros. 
Al menos están acompañados. 
Creo que alguien decía (o si soy yo la primera a la que se le ocurre, ya puedo encarnarme en "alguien") que las personas solas tenían más rumbo que el resto de la gente. 
Personas felices, que aman, ¿a dónde vais a ir sino a buscar alguien que os acompañe o un lugar que os haga olvidar? 
Sois unos incompletos, no sabéis lo que es odiar la Navidad de tanto amarla. 
Cómo me gustaría retratarnos a todos los solos juntos. 
Sonriendo, como idiotas.  
Titularía la fotografía "todos los solos juntos" y tendría tan poco sentido que no tendría que firmarla. 
Hablando de fotografías, qué decía?  
Ah sí, falso París...

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