sábado, 21 de diciembre de 2013


A veces faltas tanto que me cuesta respirar
y otras simplemente me lleno de valor, aire y orgullo y finjo que eres prescindible.
Supongo que siempre estoy mintiendo.
Ni moriría al perderte ni puedo vivir sin tí.

A veces no puedo hacer otra cosa que llorar.
Por haber pasado de hablar de tí todos los días
a mirar hacia otro lado cuando te mencionan.
Y es que tu nombre quema tanto como tu ausencia.

Supongo que a veces me limito a existir en medio de una calle llena.
Sólo me doy cuenta de que no soy nadie al verme sola
e identificar en los demás todas las historias que escribí.
Donde tú y yo siempre corríamos tropezándonos y perdiéndonos.

A veces la imagino a ella, y no puedo evitar idolatrarla.
No sé cómo viste y cómo te dice que no le gusta bailar, pero pronuncia más claramente que yo.
Es difícil sostener tantos sueños rotos, digo en mi defensa.

A veces me rindo y olvido tanta fantasía, lo siento.
Imagino simplemente el tiempo pasando y el día que llegará y alguien en un bar me mencione.
Y entonces, rompiendo los tópicos de las películas en que correrías a buscarme, tu digas:
"No recuerdo haber oído hablar de ella."

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