domingo, 23 de diciembre de 2012

Llevas nombre de un futuro idealizado.


Buenos días querida mañana. Ahora mismo el cielo podría derrumbarse.
Mi mirada se pierde en el infinito al que la gente llama mundo. Otra mañana más, otros pensamientos carentes de sentido, otros problemas y la misma persona de siempre: yo.
Me miro al espejo decidida a juzgarme como todas las mañanas. Supongo que jamás seré aceptada. No me veo bonita como todas ellas, las chicas que me acribillan a comentarios, ni inteligente como las personas a las que admiro. En realidad sólo soy la chica del espejo.
Me planteo mi realidad paralela, como todos los días. Imagino otro mundo y otros principios, otra gente y otro espejo.
Me veo perfecta, ya no tengo esos defectos por los que siempre me han dañado. Sin embargo sé que mi físico es lo último que necesitaría cambiar.
Cierro los ojos y consigo verte, pero en lugar de estar rodeado de gente estás a mi lado. Sí, la extraña chica a la que todo el mundo odia se ha enamorado. Me deshago en lágrimas frente al espejo, consciente de que jamás seré mi idealizado reflejo, sino la perdedora de siempre. Tomo un papel y escribo una carta, otra más, perfectamente redactada y con el destinatario de todas las mañanas:
Querido "nunca":
Ni el papel ni mis ideas consiguen tranquilizarme. Sufro una de las mayores batallas emocionales de mi vida. Mi interior se ha dividido y parece que estoy encerrada en medio de estos incoherentes "yos". No sé cómo ha sucedido, ni tampoco intento comprenderlo  pero supongo que si me conoces sabrás que  las incógnitas siempre han sido mis mayores enemigos.
¿Acaso nacemos soñando con los imposibles? De pequeña no quería volar... al lado de mis objetivos volar se veía hasta posible. Espero que te hagas una idea. Yo sólo era la escritora incomprendida a la que el mundo quería destrozar... bueno, sabes que lo sigo siendo. Mi infancia siempre estuvo dedicada a lograr que los demás aceptasen mis ideas... pero el respeto se quemó en la sociedad como las alas en la especie humana. Caí una y otra vez empujada por las mediocres ideas de mi generación donde el arte había cometido el error de escapar. Me levanté tantas veces como estuve en el suelo, convencida de que todo lo que huye acaba volviendo si el amor lo reclama. Llamé al arte en cientos de plegarias de tinta y mi corazón acabó por enamorarse del personaje sobre el que escribía. No te conocía, no físicamente, pero la creatividad va más allá de todo lo que la mente puede entender.
Ahora abrazo el aire todas las tardes, planteándome si uno de esos "yos" en los que me he dividido se ha unido al ejército que quiere destruirme. No sé por qué a mis dieciséis años no me he dado cuenta de que los imposibles matan.
Puede que el éxito del que los ganadores hablan haya decidido albergarse en tí, como ese arte que escapó hace tantos años. He encontrado en tu mirada la comprensión que necesité ese Noviembre en que lloraba en una esquina, entre pape e ideas frustradas. He encontrado en tí todo lo que siempre busqué, pero, como siempre, tú no me has encontrado. Tan sólo soy un intento de frustración poética que busca al delincuente que robó la sensibilidad y creatividad al frío invierno en que se consumen las horas.
Querido "nunca", llevas nombre de eternidad, de todas las noches en vela y todas las historias que carecieron de protagonista y escena, de todas las obras que jamás se pudieron culminar con el aplauso que merecían. Llevas nombre de todos los teatros vacíos. Querido "nunca", por tí esperaré en el rincón emocional en que me han encerrado los demás, aguardando a ese arte que se escapó sin una nota de despedida ni intención de volver.
Por tí seguiré siendo la chica de la sonrisa inquebrantable. 
-Alicia.

Firmo desganada el papel en que he reflejado todo lo que siento por el hombre que me ha cautivado y cojo una cerilla encendida. El fuego devora mis ideas y mis sentimientos, representando ese fuego a la sociedad que destroza mis esperanzas a basa de insultos y obstáculos. Las llamas luchan contra la pureza del papel y de mi amor y finalmente se apagan. Sólo una palabra permanece intacta: "arte".
Sonrió entre las lágrimas que me recorren y me aferro a esa palabra, dándome cuenta de que jamás podré tenerte a ti, que eres ese artista en que encerré mis esperanzas  Me doy cuenta de que siempre seré amante del papel y únicamente amada por él. En él se encerró el arte que huyó en mi infancia y no en tí, aunque de algo estoy segura, la mitad de ese "yo" que me atormentaba ha huido contigo y así he quedado sola, como siempre, como todos los artistas.
Buenos días querida mañana. Ahora mismo el cielo podría derrumbarse.

martes, 4 de diciembre de 2012

¿Siempre duele así?


No me atrevo a levantar la mirada, déjame fundirme en el silencio.
El tiempo se nos escapa de las manos y la situación se desvanece poco a poco, la compatibilidad se ha aliado con olvido y ahora no podremos recuperarla.
Fui un simple títere del destino, dejé que me guiara por un camino inhóspito, sin embargo me sentía fuerte y preparada para luchar contra cualquier adversidad que se presentase.
Me dejé guiar por los instantes, unos tras otros, sigilosamente se deslizaron por mi mente y devoraron los leves ápices de cordura que los años me habían permitido conservar.
Perdí la cabeza, la perdí cuando lloraba y la perdí cuando eras el motivo de mi prosa. La perdí cuando la buscaba, pues nunca tuve la dedicación para encontrarla.
Y ahora todo se va, de repente. El tiempo no ha robado nada que nosotros no le hayamos permitido robar. Los momentos se suceden y cuando el siguiente ha llegado ni tan siquiera las lágrimas del pasado son capaces de detenerlo.
La sucesión de estos momentos nos han matado,nos han matado a mí y a mi pasado, ha consumido los meses lentamente, dejando sólo recuerdos y canciones que ahora carecen de significado.
Te he perdido, puede que para siempre, porque quise perderte, porque quise olvidarte y ahora que olvido soy yo misma quien me pierdo, y ahora que el "para siempre" me amenaza no tengo otra alternativa que asumir mis decisiones.
Antes de irme, antes de consumir las últimas palabras que te dedique, antes de que seas el final de algo que nunca comenzó déjame decirte que te quise, como nunca antes había querido. Descubrí que muchas veces la vida es más que pura ambición, que hay instantes que merecen ser compartidos. Descubrí que necesitaba aferrar tu mano cuando tenía miedo y que cuando el mundo se vino en mi contra sólo encontré refugio en tus brazos. Te quise y probablemente te quiera, pero la vida es una lucha por la supervivencia y cargando con el peso de mis sentimientos no podría seguir viviendo.
Lo siento, soy una cobarde, no me atrevo a levantar la mirada, déjame fundirme en el silencio.


jueves, 29 de noviembre de 2012

Filosofía.


Llegan momentos en tu vida en los que te planteas todo lo que has vivido, lo que te queda por vivir y el tiempo que estás perdiendo leyendo frases como esta. Te planteas que el mundo físico, mundo como tal, masas de tierra y mar erosionadas por el tiempo, no es tan diferente a el mundo interno, los sentimientos, masas de tiempo erosionadas por la tierra y el mar. ¿Serías capaz de dar las coordenadas de tu posición ahora mismo? Sin moverte, sin mirar el Sol ni las estrellas, solamente tú y la inutilidad de mi filosofía. Dos pasos al norte, tres al este y cuatro hacia el oeste... sabes que no estás indicando nada. Así son los sentimientos. Dos pasos al norte, tres al este y cuatro al oeste, pasos al fin y al cabo y lugares que olvidas, pues al dar los tres pasos pierdes los dos anteriores. Somos tan sólo coordenadas inútiles, los sentimientos de ayer de mañana y del futuro, las lágrimas, las sonrisas, las palabras que ocultaban a las dos que le precedían. Todo una cadena de depredadores que luchan por ocultar los rastros humanos que esa erosión de la que he hablado dejó en nuestro pasado, una cadena que intenta hacernos seres sin sentimientos, que aspiran a la divinidad mundana, a la perfección, a la ausencia de problemas... y así sólo mueren en la batalla que ha creado su ausencia de conflictos.
Me dispongo a quemar todo lo que escribí alguna vez. Veo el fuego devorar cada una de mis palabras, de mis sentimientos, pues al final la escritura sólo es la manifestación física del mundo interno, y si quiero destruir el mundo primero tendré que beber los mares y quemar la tierra, esa poesía. El fuego roza mis dedos, sin embargo ni tan siquiera noto calor. Las palabras que anteriormente había quemado comienzan a escribir mi piel, llenan mi inmaculada fachada exterior de sentimientos que fueron falseados, de la ausencia de productividad de las tardes de una escritora atormentada por su reflejo. Me convierto en lo que destruía, y así gano la batalla al mundo, siendo los textos que me quemaban, siendo el fuego que intentó destruirlos. Si en mis labios dice "le quise" y en mi muñeca "el pasado nunca muere" hasta mi mente es capaz de deducir que debo seguir el camino que marcaron esos recuerdos, y ahora que los llevo en la piel no podré volver a ocultarlos. ¿Estoy diciendo que la humanidad ha de ser sincera? Soy una chica que probablemente no sabría encender una hoguera sin ayuda, ni sería capaz de quemar sus recuerdos, ni dejaría que las palabras manchasen sus labios si no son las palabras que ella quiere que el mundo vea. No estoy diciendo que tengamos que ser sinceros, estoy escribiendo sin censurar mis incoherencias y por lo tanto construyendo una composición hecha de pensamientos carentes de sentido alguno.
Olvida todo lo que he escrito, olvida incluso que me conoces, sigue perdiendo tu tiempo, pero por favor... no intentes volver a dar tus coordenadas.

miércoles, 31 de octubre de 2012

Mi caballero de la espada.


Recostada sobre el sofá del salón, calentando mis recuerdos con el fuego de la chimenea, abrí el libro. Desdoblé con cuidado la esquina de la página 137 que decía:
"...sin apenas entender lo que iba a sucederme vi al hombre tomar la espada. Me levante de un salto y decidí afrontar mi futuro de la forma más caballerosa posible. Me acerqué a la puerta donde también se encontraba mi espada, y dándome cuenta de que era la primera vez que utilizaba la violencia, intenté aparentar calma y seguridad, a veces una sonrisa conseguía desarmar más que la mejor empuñadura"
Con esa última palabra se terminaba la página. Salté la 138 y me dispuse a leer la siguiente. Era mi forma de disfrutar de la lectura, leer una página e inventar la siguiente, ignorando las intenciones del escritor. Después comprobaba si eran ciertas mis suposiciones, o adaptaba sus palabras a los sucesos acerca de los cuales mi mente había especulado.
"El hombre de la espada abandonó la habitación. Su sonrisa no mostraba expresión alguna, pues por más batallas que habían presenciado aquellos ojos, jamás se podría adivinar por su frío brillo si habían terminado como victoria. El salón cubierto de tapices tenía un brillo cálido y señorial..."
Bla, bla, bla, una larga descripción sobre un salón que yo misma había diseñado en mi mente al verlo reflejado en los inexpresivos ojos del caballero de la espada. ¿Qué había sucedido al elegante hombre que pretendía ser quien no era al luchar? Obviamente no había muerto en aquella triste habitación. Había arrojado un libro al fuego, y el hombre que había iniciado la batalla se había quedado paralizado al ver arder el arte de las palabras. Había sufrido a lo largo de su vida, pero sin duda, por la forma de ocultar los sentimientos, era un escritor. Así, el "bueno" de la historia había abandonado la estancia por la ventana, mientras el guerrero se daba cuenta de que su fiereza había sido subestimada y sus sentimientos revelados por unas cuantas palabras, aquellas que consiguieron vencer al frío de sus ojos.
Sonreí satisfecha por mis deducciones. Sin duda ni el mismo escritor lo habría imaginado.
Así, me dispuse a comprar mi peculiar forma de lectura con mis sentimientos.
Vivía la euforia de sus sonrisas, olvidaba las eternas tardes encerrada en mi habitación reflexionando acerca de las veces que le había visto, cómo había reaccionado, si su mirada decía algo más que sus labios y si las palabras expresaban más que sentimientos. Ignoraba el sufrimiento de una escritora encerrada en el cuerpo de una enamorada. Así pasaba mis páginas, me limitaba a recordarle y me resignaba a ignorarme a mí misma, a mis pensamientos incoherentes. No deducía de forma creativa lo que sucedería en el siguiente párrafo sino que resumía en lágrimas el anterior. Qué distinta era al leer una historia de cómo era al vivirla. Ahora había llegado al punto de querer olvidarle. Había tomado la firme decisión de ignorar las páginas pares, en las que describía sus miradas y empezar a tener en cuenta las impares, en las que la razón se retorcía por el daño que el corazón le estaba causando. Ahora había decidido olvidar el pasado, pero... ¿de verdad quería una escritora olvidar la parte de la historia que de verdad había estado escrita? ¿quería leer las páginas que había ignorado en lugar de aquellas que me habían guiado a lo largo de los meses? No, porque si no el caballero no se habría escapado por la ventana, el sanguinario guerrero no sería poeta, el hombre elegante habría muerto en el suelo de aquel cuarto... ¿y yo?
Yo no sentiría como escritora.

miércoles, 24 de octubre de 2012

Reflexiones sin sentido.


Somos aire que respiramos, somos un intento de todos nuestros sueños. Lloramos agua, sí, porque dañaríamos al mundo si llorásemos fuego. Si fuese el viento quien exteriorizase nuestros sentimientos, derribaría las estanterías perfectamente colocadas, los libros, las tazas. ¿Y si fuese olvido? Si fuese olvido el llanto sería el propio motivo, y por lo tanto volveríamos a llorar agua.
En gramática se dice que una acción "perfecta" es una acción terminada. Los seres humanos queremos vivir eternamente siendo perfectos, es decir, continuar eternamente viviendo una vida acabada.
Desde que nacimos nos han prometido que algún día alcanzaríamos el cielo y siempre lo hemos visto como una hermosa metáfora sobre la victoria. Sin embargo, hay que pararse un instante a pensar qué sería alcanzar el cielo. Vivir sólo en un vacío, abarcar un todo sin tener nadie alrededor. Al final, no es tan diferente a la victoria en la propia tierra, donde cuanta más gente te rodea más sólo te sientes, cuanto más abarcas más pierdes, cuanto más ganas más necesitas poseer.
Hablamos de que son los demás quienes quieren pisarnos, sin embargo es un concepto mal empleado. Pisamos para sobrevivir, para avanzar. Pisamos para caminar en una lucha, en una victoria. Pisamos la tierra con la que compartimos nuestros sueños y esperanzas, y pisando llegamos a nuestras metas. Sería más correcto decir que los demás nos han "atravesado", es decir, han alcanzado sus objetivos ignorando nuestros sueños, nuestras esperanzas.
Ahora, por un segundo cierra los ojos. No has aprendido absolutamente nada de estas reflexiones. No aprendas de las palabras incoherentes de un escritor, no son más que lluvia de Octubre encerrada en tinta. No aprendas absolutamente nada, pero teniendo en cuenta lo duro que es el mundo sin la escritura, hazme caso en una cosa... no abras los ojos.

viernes, 12 de octubre de 2012

Buenos días, querida noche.


Otra madrugada más soñando. A veces es difícil soportar el paso de las horas bajo mis pestañas.
Miro hacia la ventana. La lluvia hace de fondo a mi perchero, del que cuelga mi sombrero negro y mi abrigo de piel. Creo que se acerca el frío.
Las sábanas están manchadas de carmín, ayer no me limpié los labios antes de dormir... o tal vez me había quedado dormida sin ser consciente.
Sonrío en la oscuridad, imaginando, como cada noche, que estás a mi lado para ver mi sonrisa.
-Eres preciosa ¿lo sabías verdad?
+Podías hacer que lloviese en lugar de mentirme en plena noche
-¿Por qué quieres que llueva?
+La lluvia me inspira, me entiende. Me siento más comprendida si el cielo llora y canta una melodía constante al dejar sus lágrimas chocar contra el suelo que si sonríe plenamente, sabiendo que soy yo la que está llorando.
-No tienes motivos para llorar.
+Es hermoso decirlo cuando ni tan siquiera me conoces.
-Es cierto, no te conozco, pero tú a mí sí, ¿verdad?
+Claro. Nunca me ha importado que estuvieses lejos, física y emocionalmente. Nunca me han importado las palabras, las lágrimas ni los silencios. Nunca me ha importado nada y por eso aún no he dejado de amarte. Puedes sentirte afortunado, pues suelo darle demasiadas vueltas a todo... menos a tí.
-No he sido el único, ¿verdad? Seguro que has querido a alguien más.
+Sí, pero ha sido igual de imposible que tú. No he nacido para amar a alguien que me ame. Tampoco pretendo que lo entiendas, pues no me conoces, no sabes mi nombre, ni tan siquiera puedes distinguir el color de mis ojos... y no por la oscuridad. Claro que he amado, pero sólo fue una disculpa para mis historias, para poder escribir. Nunca amo con perspectiva de futuro, no amo pensando en una historia, pues llevo toda mi vida queriendo imposibles y puede que ahora no fuera capaz de estar con alguien que se encontrase a mi alcance.
-No eres normal, pequeña.
+Claro que no, por eso me he enamorado de tí... porque sólo tú podrías entenderme.
-Y te entiendo
+Ni tan siquiera me conoces... para ser una imaginación suenas bastante hipócrita.
-Digo lo que quieres oir.
+Dices lo que me repetía todas las noches... que algún día sería amada por algo más que el silencio de la madrugada.
Miro con impotencia de nuevo la ventana. Nada, nada más que el perchero, el sombrero y mi abrigo. Obviamente él nunca ha estado allí, pero una noche más mi imaginación ha puesto en sus labios las palabras de una conversación cotidiana entre una sin nombre y la persona a la que ama.
Suspiro y me vuelvo sobre la almohada. Una gota golpea mi ventana. Le quiero. El viento zarandéa los árboles. Le amo. Un coche atraviesa la avenida. Le extraño. La lluvia envuelve la ciudad. Al menos hoy el cielo me comprende-

jueves, 4 de octubre de 2012

6 de octubre. Otro sueño hecho realidad


Éramos solamente un sueño.
Un intento al que los kilómetros había cortado las alas.Éramos esperanzas, éramos palabras perdidas en el aire.Soñábamos con un mañana en que abolir los imposibles.Deseábamos olvidar lo que el mundo había predeterminado.Luchábamos en vano, golpeábamos en silencio, llorábamos en la soledad y nos perdíamos en la distancia.Éramos un sueño, el sueño de un soñador fracasado, de un poeta olvidado en el tintero, del amargo grito de un verso rasgado.Éramos una pérdida de tiempo en la ajetreada hora del tiempo, para nosotros éramos tanto, para otros éramos tan poco.Ahora hemos rescatado al poeta del tintero, hemos recompuesto a ese verso. El soñador ha despertado, y con él, despertó el sueño.

lunes, 24 de septiembre de 2012

Si sigues siendo Febrero


Estoy perdida en el silencio, lo siento, el tiempo me ha vencido.
No puedo continuar fingiendo que todo es perfecto... nunca fue perfecto pues nunca llegó a ser. ¿A quién amé en realidad? ¿eras tú? ¿eran los momentos que vivimos? ¿era siquiera real?
Así me dejo mecer por los espacios blancos del papel, sujeta entre tanta tinta, intentando llegar a encontrar un trasfondo de coherencia en mis antiguos pensamientos. Trato de recobrar las fuerzas del pasado, trayendo a septiembre el frío del invierno, la única estación que consiguió hacer sentir un ápice da calor a mi corazón.
Golpeo las palabras que sintieron por mí, invade mi salón las notas de la lluvia, me secan las gotas que caían por mi pelo cuando pasaba las horas bajo tu ventana. Tras tanta derrota, tras las lágrimas y las sonrisas sé que te estaré esperando eternamente... si sigues siendo Febrero.
Explícame el sentido de haber caído en los brazos de una realidad paralela. ¿El sentido? Si hablas de mí no creo que puedas lograr encontrar un sentido. Soy la soñadora que se perdía en las ciudades que nunca visitó... ¿recuerdas? aquella que esperaba encontrar en la música su salvación, en la tinta sus sentimientos y en el futuro un consuelo a ambos.
No has sido el primero, he vivido anteriores imposibles. Sin embargo ahora olvidaría el pasado... si sigues siendo Febrero.
Tras consolarme pensando que los recuerdos son imborrables me levanto del suelo, me encojo y pienso que igual que imborrables son irrepetibles, que vivo un septiembre sin futuro.
Estoy perdida en el silencio, lo siento, el tiempo me ha vencido.

lunes, 17 de septiembre de 2012


Caminé lentamente, perdida en las palabras que llenaban la calle.
Eran palabras que narraban una historia comenzada un 6 de Febrero, hablaban de un recuerdo, hablaban de tu sombra.
Ahora ella era mi única compañía.
Pisaba con mis tacones los adoquines de la calle y cada uno parecía contarme mi propia historia, la historia de mis sentimientos.
Incluso mi colonia parecía recordarme las mañanas a tu lado, cuando ni tan siquiera sabías de mi existencia, las tardes llorando sobre la almohada, planteándome seriamente el por qué de mis confusos sentimientos.
Miré con aprecio a tu sombra, era lo único que me quedaba, tu recuerdo. Sonreía, pero no con la sonrisa de este recién llegado septiembre, sino con la felicidad de febrero, la calidez de los días de sol entre tantos días fríos en los que también lograba verte sonreír.
Miré a mi alrededor. Qué vacía se veía aquella calle sin ti. Necesitaba volver a oírte, volver a sentir tus pasos acercarse y no querer mirar atrás por miedo a sonrojarme.
Después de tres meses en los que juré que te había olvidado, volví a necesitarte.
Disipando mis pensamientos te vi aparecer, la única persona entre tanta gente, el único silencio entre las voces, los únicos recuerdos entre el presente.
Sí, volví a escuchar a mi corazón, me atormentaron los instantes que perdí, se peleaban las palabras por ser las primeras en dar con la clave de mi locura.
Te vi, pero no era la misma tu mirada, tus ojos eran fríos como febrero, pero no conservaban nada de la esencia de ese mes. Te vi, por desgracia logré verte, ya que en ese mismo instante me di cuenta que no me queda más consuelo que tu sombra.

miércoles, 12 de septiembre de 2012

La chica de la pastelería


Envuelto en mi gabardina atravesé la ajetreada ciudad de Amsterdam. Esquivando los sueños de los ciclistas y las miradas de los transeúntes alcancé una pequeña plaza. En la esquina había una pastelería con un toldo rosa cubriendo la entrada, sobre el que descansaba un gran montón de nieve que el cielo había regalado aquel mes de Febrero.
Me limpié los zapatos en el felpudo y entré.
Una campanilla sonó al abrir la puerta y una hermosa chica de piel clara y ojos azules me sonrió.
-Buenos días caballero, ¿desea algo?
+Buenos días, quería un café caliente y un croissant, por favor.
-Siéntese en aquella mesa, por favor
Desde el momento en que la chica me sonrió me di cuenta de que nuestra relación iría más allá de aquella taza de café caliente.
+Siéntese a mi lado, sus ojos me dicen que tiene una historia que contar y yo no tengo compañía.
-Bien...-dijo la chica tímidamente- Me llamo Alicia, nací en la pequeña ciudad de Tívoli. A los 15 años decidí cambiar mi vida y dedicarme a cumplir mi sueño... quería cantar, tocar el piano, ser famosa... Me perdí entre tanta fantasía y el destino me abandonó aquí. Nunca pude cumplir mi sueño, aun así he instalado mi pequeño teclado en el obrador, así cuando se me acaban los pasteles que decorar puedo sentirme yo misma.
+Yo soy escritor, ¿sabe?. Pero no soy un escritor feliz... no he luchado por convertirme en una celebridad. Mi padre era escritor, así que me siento un mendigo que se aprovecha de un lazo familiar.
-¿Escribe novelas?
+Escribo mi vida, y supongo que entiende que no me refiero a una autobiografía. Narro mis silencios y mis palabras, cuando la gente escucha y cuando la gente calla. Hablo de las calles cuando me cuentan sus historias o cuando tan sólo se dejan ser pisadas. Puede que algún día hable de usted... como la chica de la pastelería. Tiene vainilla en la mejilla
Me acerqué para retirarle el sirope
-¡NO! disculpe... es una manía, como un ritual. Cuando acabo de hacer mis pasteles y me acerco al piano pongo un poco de vainilla cerca de la comisura de mis labios. Me recuerda que no estoy vestida de fama ni de éxito, sino que soy sólo la chica de los pasteles que toca el piano en el obrador... así que déjelo.
Aquella mujer me intrigó, así que todos los días recorrí las mismas calles, que desde ese día me empezaron a contar historias, escribí diferentes relatos sobre la misma mujer, sobre Alicia, la chica de los pasteles. Por primera vez tomaba las riendas de mi vida, no era sólo una lazo de sangre, era un escritor intentando compartir su destino.
Todas las mañanas e incluso algunas tardes tomaba mi café caliente con el croissant. Lo compartíamos muchas veces, el café y los sentimientos, el croissant y la prosa, el cálido ambiente de la pastelería y su música.
Escuché cantar a aquella chica. Tenía una gran voz, un gran talento, un pequeño sueño y un destino prometedor. Apoyé cada nota que tocaba, cada movimiento que hacía. Le prometí que algún día triunfaría.
Hoy sé que nada va a ser igual, algo me dice que no podré tomar mi café caliente.
Dejo a un lado la plaza Damm y tras atravesar unas pocas calles alcanzo la pequeña plaza junto al canal.
Lo suponía
El toldo ha sido retirado... hay un cartel en el escaparate:
"Lo siento, he cumplido mi sueño y abandonado mi pasado. Algún día podremos volver a encontrarnos, pero para entonces no seré la misma, habré hecho realidad todos mis intentos. De algún modo habrá sido gracias a usted... creo que quien deba entenderlo lo hará"
No pude disimular mi tristeza, pero intenté sonreir.
Aquella chica había abandonado sus inseguridades y había dejado que su talento dirigiese su camino. Sabía que no se escondería nunca más... ¿sabéis por qué?
Porque en el pomo de la puerta había una gota de vainilla, ya no estaba junto a la comisura de sus labios, había cerrado con ella la puerta de su pasado tras limpiarse la mejilla... y los recuerdos.

viernes, 17 de agosto de 2012

Ella.


Se tumbó en su silencio destrozada por la existencia de los imposibles.
Se hacía daño intentando sacar fuerzas de de su interior, un lugar sin ánimos, lleno de intentos que habían quedado intentos.
Se sentía como una caja vacía en la que esperas encontrar oro... nada más que una hermosa caja sin esperanza alguna.
Se perdía en todos los días en los que se había sentido alguien por el mero hecho de haber subido un peldaño más en la escalera hacia sus sueños.
Se ahogaba en las lágrimas que derramó pensando que merecía la pena, se asfixiaba con los días en los que su voz se quemó después de tanto tiempo cantando, se hería con las horas en el piano.
Lloraba, y no por estar triste esta vez, sino por haber estado feliz algún día.
Se paraba, en el silencio de aquella habitación dándose cuenta que nunca sería más que el vano intento de alcanzar el cielo. Nunca sería más que una escalera a medio construir que intentó rozar las estrellas... y en el último peldaño de esa olvidada escalera descansaba una hermosa caja sin resto de oro en su interior.

martes, 7 de agosto de 2012

Alire.



Llamé tres veces y media a la puerta, ni una más ni una menos. El proyecto de la cuarta quedó en el aire... como siempre
-Adelante.
Una voz dulce y melodiosa cargada de falsedad y rencores me invitaba a pasar.
Entré en la habitación. Me aferré al unicornio que tenía colgado de mi cuello e intenté evadir las miradas del silencio que me hacían preguntas en susurros apagados.
Me tabaleaba en mis altas plataformas, a pesar de que llevaba recorriendo la vida con ellas desde hacía años.
-Puedes sentarte...¿Alire? ¿qué clase de nombre es ese?
+Es un nombre con más significado que todos los pasos que usted ha dado esta mañana.
No era un buen comienzo... no tenía que tratar mal a aquella mujer que sólo pretendía ayudarme, o más bien hacer su trabajo lo más rápido posible.
-Bien señorita, alguien me ha llamado diciendo que tiene un problema. Llevaba enamorada de un hombre desde hacía dos años, ¿no es cierto?. Y justo cuando había superado la obsesión que su corazón vivía ha vuelto a recaer... ¿sabe quién me ha podido facilitar esta información?
+Irene
-¿Irene? ¿es su madre, su amiga, su hermana tal vez?
+Soy yo... en realidad es la parte externa de mi subconsciente, la que intenta que parezca normal en esta sociedad mediocre, que no destaque cuando camino por la calle, que no haga a la gente cerrar sus bocas cuando las palabras empiezan a brotar de la mía
-Bien... supongo que lo entiendo... ¿y por qué cree que yo podría ayudarle?
+En realidad yo no lo creo, pero Irene sí... por eso estoy aquí, para complacerla, complacerme... para quedar bien conmigo misma o con ella, si lo quiere ver así.
-Se enamoró de un hombre.. ¿puede describirle?
+No puedo describirle con palabras, sólo con silencios, con miradas. Déjeme explicarme. Él no era su apariencia sino su forma de mirar, su forma de abrazarme, de hacerme sentirme segura en este mundo al que no pertenezco. Era su olor a café por las mañanas, su sonrisa a mediodía, sus labios. Él no era una descripción, él era las palabras, y al poseer él la totalidad de mi gramática no podría describirle... no sé si me explico.
-Puedo entenderlo... y dígame, una vez olvidado, por qué le ama de nuevo
+Escuché esa canción, hoy mismo por la mañana, mientras tomaba una ducha caliente en pleno verano. Me transportó a mi pasado, a las sensaciones que tenía cuando mi mirada se perdía en la distancia de sus pasos. Recordé la forma en que me levantaba sólo para verle sonreirme, sólo para hacerle feliz... aunque él nunca supo nada.
-Usted es peculiar... se nota en su forma de mirar, de hablar y de sentir, y por supuesto en sus apariencias. Su pelo, por ejemplo, ¿desde cuando es azul?
+Nací con el pelo azul.
-Señorita Influence, es imposible que una persona nazca con el pelo azul
+Es imposible que una persona mediocre se salga de sus imposibles durante tan sólo una hora. No está hablando con su reflejo, está hablando conmigo, e igual que usted no permite fumar en su consulta yo no permito malgastar mi tiempo compartiendo sus imposibles.
-De acuerdo... volviendo al tema, ¿cree que está cometiendo el error de enamorarse de ese hombre de nuevo?
+Creo que me estoy enamorando de mi pasado. Digo de mi pasado porque no sólo siento algo por ese hombre, siento algo por mi, por el aire que nos rodeaba, por la atmósfera. Siento algo por el pasado que el presente no me puede aportar.
-Bien, es suficiente por hoy, espero verla de nuevo mañana.
+No creo que vuelva mañana
-¿Tiene planes?
+Mañana tal vez sólo sea Alicia, la chica que se niega a hablar con una mujer ajena de sus complejos sentimientos. Mañana tal vez sólo sea Irene, y habiendo sido ella quien mandaba a Alicia aquí no tendría por qué venir, pues quien ordena no tiene que cumplir sus propias órdenes ¿no es cierto?
-¿Y se puede saber quién es usted hoy?
+Una chica que nació con el pelo de color azul. Buenas tardes.

miércoles, 4 de julio de 2012

sentimientos de un olvido


A través de sus labios rojos aún bañados de café, exhaló un suspiro.
Un suspiro que eran palabras que no habían llegado a nacer, pensamientos que quedaron en ideas.
Era aire contaminado de sentimientos, intentos y recaídas.
Era el recuerdo de los instantes olvidados en un rincón, de las miradas perdidas en aquel aire, que en su vida anterior también habría sido suspiros.
Miro al infinito preguntándole por qué no podía ser compartido, por qué la vida separaba los destinos y por qué el destino tenía que estar plagado de despedidas.
Recordó las veces que había perdido la noción del tiempo mirando a través de sus ojos... de aquel hombre al que había llamado Febrero.
Abrazada por la soledad acarició la cubierta de su diario y rememoró las sensaciones que le habían transmitido las páginas en blanco. Aquella mañana, por ejemplo, en la que se atrevió a abrazarle, en la que él  le respondió con otro abrazo. Aún podía oler su colonia, podía recordar la melodía que cantaba el silencio y notar la fuerza de sus brazos aferrados a su espalda. Aún podía sentir el sonido de sus pensamientos, el latido desbocado de su corazón. Miró con ternura las palabras escritas en el cuaderno, recordando cómo puso punto y final a la crónica y se tumbó en su cama mirando al techo, ya que no necesitaba cuestionarse la existencia de ningún infinito. Sonriendo porque sabía que la felicidad había adquirido nombre y apellidos.
En la habitación sonaba aquella canción que siempre escuchaba cuando pensaba en él... pero esta vez no existía el aliciente de verle al día siguiente, no existía la convicción de que, pasase lo que pasase, al menos podría sonreírle.
Recogió una lágrima que partía de su rostro sin un destino determinado y se dio cuenta de que tenía la misma composición y propósito que la soledad... acompañarla y comprenderla, expresar sus emociones y abandonarla para aprender a sobrellevar el destino.
Mientras la habitación sentía los recuerdos y el dolor de una poeta abandonada... su corazón y su mente exhalaron otro suspiro, pero este no llevaba café, sino derrota.

viernes, 29 de junio de 2012

A veces los finales se cubren de un para siempre




Soñé que todo se había acabado. Que entre las luces del verano intentaba olvidar lo que había sentido. Soñé que los recuerdos me mataban, que las horas me consumían, que la vida me obligaba a alejarme de los sentimientos más profundos de mi existencia. Soñé con el dolor de las canciones que sonaban cuando te veía, soñé que tu sonrisa no era más que un recuerdo. Soñé que perdía mi aliciente en esta vida, que cada día que despertaba no quería continuar, que te habías ido. Soñé que todos los momentos que compartimos, todos los besos y los abrazos formaban parte del pasado, que tenía que seguir alimentándome de recuerdos. Soñé con el día en que te llamé Febrero, en cómo se sucedieron los momentos y en cómo mi vida se vistió con tus iniciales. Soñé con las tardes lluviosas en las que me tumbaba en mi cama y sonreía, porque tras muchos años había alcanzado la felicidad. Soñé que lloraba a tu lado, que vivíamos una despedida, que nos abrazábamos y me alejaba, que todo se perdía en el pasado y me asustaba el afrontar un futuro separados. 
Una noche más soñé contigo, pero sabiendo esta vez que a veces los sueños se hacen realidad.

martes, 19 de junio de 2012

Ellos, el producto de un fracaso


Ella perdida en el ajetreado mundo de la calle, arrojando sus esperanzas al asfalto y limpiando los restos de ilusión de la comisura de sus labios.
Él, tan sólo otro hombre mirando al vacío, sin pensar más allá del cielo, concentrado en la muchedumbre y en el humo de su cigarrillo.
Tan lejos en la ciudad, dos mentes paralelas, amantes de los imposibles. Dos elegantes poetas enamorados de la sinrazón, dos creyentes de un futuro perdido en el tintero.
Ella avanza caminando de forma segura, apoyándose en la coraza que arrastra que le hace ocultarse de la realidad. Él pretende ser la seguridad hecha hombre, un perfecto reflejo de ella, pero caminan a varias calles de distancia, y sus mentes de poetas han fijado destinos separados.
En la misma calle, separados por escaparates llenos de intentos de captar la atención mundana, obras de arte del mundo capitalista que rodea la atmósfera de sus sueños.
Ambos se detienen junto a una puerta. Ella entra en el portal 6, él desaparece en el 22.
Ella llama a la puerta, esperando un beso o una sonrisa. El hombre que le espera ni tan siquiera se para a pensar en la hermosura de su piel pálida, en el claro tono de sus labios ni en el color de su vestido. En lugar de rodear su cintura con sus brazos rodea la figura de la mujer con una mirada de profundo desprecio. Ella arroja una rosa al suelo, arrojando junto a la flor todas las horas en vela pensando en aquel hombre, todos los pensamientos malgastados y las lágrimas perdidas. Deja que él cierre la puerta y se va, manchando la pureza de su rostro pálido con amargos sentimientos incomprendidos.
A unos metros de las escaleras en las que ella se derrumba otro corazón entregado al arte ha sido destrozado.
Él se acercó a la puerta. Sabía que la mujer a la que amaba ni tan siquiera sabía de su existencia, ella era la inspiración de sus palabras, nada más que inspiración, simple poesía. Oyó su risa, pudo incluso percibir el brillo de sus ojos... hasta que le escuchó a él. El hombre al que aquella mujer amaba, con toda su alma, con quien compartía su existencia y su futuro. Arrojó al suelo el cigarrillo con el que había venido soñando con la forma en la  que ella le miraría si le viese en la puerta, en cómo le reconocería, en cómo se besarían para prometer algo más profundo y más eterno que un simple instante. Sin embargo nada ocurrirá, así que prefiere matar al único testigo de sus ilusiones y deja consumirse la colilla en el suelo.
Arrastra sus pasos por las escaleras intentando ocultar su daño bajo la gabardina.
Ella sale del portal número 6, sin rumbo ni norte, con el corazón roto y el rostro empapado de ilusiones. Él recorre las calles envidiando las mentes vacías de la gente mediocre, ajena al arte y ajena a la poesía, ajena a los sentimientos de un poeta.
Ella maldice haber sentido, haber perdido el tiempo, maldice haberse enamorado.
Él esquiva las miradas de la gente, ocultando bajo su virilidad el daño que le han causado, pues al final él sufre como ella, hombre y mujer son cómplices en su sufrimiento, pues nadie siente más que nadie.
Ella se sienta en un banco
Él se sienta a su lado
Ella llora desconsoladamente
Él le pregunta si quiere un pañuelo
Ella se lo agradece
Él rebusca en su cartera y se le cae un pequeño papel
Ella lo recoge. "´los sentimientos de aquel hombre jamás serían tan intensos como las palabras de un poeta".
Él la mira
Ella le sonríe.
Después de tanto tiempo ahogados en un mar de injusticias ambos sonríen.
Ahora se sientan cada tarde en ese banco, cogidos de la mano. Ella le entrega una rosa y él se fuma su cigarrillo, sin ocultar cuánto la ama, sin ocultar lo que siente.
Ahora ambos se sientan a ver pasar la vida y como poetas a ganar las batallas que esta les propone. Ahora comparten la existencia y se sientan a recordar el día que abandonaron los portales 6 y 22.


jueves, 7 de junio de 2012

la chica de la estación


Se sentaba frente a la estación como todas las mañanas
Su mirada se perdía en la monótona colocación de las vías... siempre las comparaba con su corazón.
Eran simples pedazos de hierro, dispuestos en un perfecto y frío orden, una falsa perfección y un eteréo interior. Eran aplastadas por los viajeros diariamente, por aquellos que desesperaban en la eterna búsqueda de su destino. Y cuando todos ellos se apeaban, cuando se emocionaban y desvanecían el carmín de sus amadas, sólo cuando su felicidad se había terminado se volvían a ver las vías.
Sonreía frente a la inmensidad, como todas las mañanas. Sus labios estaban perfilados en un rosa tan claro que hacía aparentar mayor color a su piel blanca como la nieve. Se curvaba en el mar de rosa una sonrisa, tan vacía como un vaso de cristal, una sonrisa que ella decía esperaba el momento de ser el licor que llenase el vaso.
Sobre su falda de tul se apoyaba su diario, su forma de vida, el papel que alimentaba sus sueños, el dinero que abastecía su subsistencia... su papel.
Aguardaba escribiendo, repasando las letras con sus puros ojos color almendra, devorando las palabras que su corazón intentaba dictar. Transformaba el amargo interior de sus sentimientos en brillante prosa.
El tren se detuvo frente a ella. Una marea de vacíos pasos sin destino inundaron la estación del silencio en la que ella aguardaba. Tras las miles de incoherentes pisadas apareció él.
Cubría su cabeza y acompañaba su misterio de un hermoso sombrero marrón, a juego con su maleta de cuero. Movía su gabardina, dejando que esta se familiarizase con el ambiente de la nueva ciudad que recorría.
Ella le miraba, como hacía todos los días, sabiendo que jamás serían más que miradas, acaso torpes palabras que no significaban nada.
Sus seguros pasos tiraron de su cuerpo hacia un banco lejano, a escasos metros de su asiento, tan lejos de su felicidad...
La mujer que allí le aguardaba poco tenía que ver con la escritora. Labios rojos, piel morena, deshabilitados pensamientos y estúpida ropa de una cara boutique francesa. Sus miradas se cruzaron y ella le abrazó.
Aferrada a la última composición que había escrito observaba el instante que la mujer le había robado, uno de sus sueños, tan sólo uno de sus abrazos.
Él la besó apasionadamente, como todas las mañanas, rodeo su cintura con su su brazo derecho y se perdió en la hermosa mirada de aquella mujer... aún más vacía que su vaso de cristal, pues ni tan siquiera albergaba hermosos pensamientos, carecía de ideas y sueños.
De la mano se alejaron, como todas las mañanas, abandonando a la escritora en su pequeño banco de la estación, con el papel en la mano y el corazón deseando ser uno de esos viajeros que se alejaban.
Se acercó a las vías y arrojó lo que había escrito, bañando en lágrimas sus pálidas mejillas y olvidando cualquier aprecio hacia la escritura.
En ese preciso instante un tren acarició las vías, recorriendo en pocos instantes las declaraciones de amor de la escritora. Y así fue como su metáfora se hizo realidad y su corazón fue como las vías, frío, perfecto y distante. El viento se llevó el papel como los minutos se habían llevado al hombre de la gabardina
-Ni tan siquiera sé como se llama
Se planteo esa pregunta... como todas las mañanas.

lunes, 14 de mayo de 2012

nada que perder


Buenos días inocente entrometido:
Soy la estúpida chica que se balancea en silencios y cuenta las hojas de una rosa inexistente. La muchacha que consume los pétalos en suspiros y olvida los segundos colgados del tallo.
Hoy quería exigir una disculpa por su intromisión en mi vida, sin ningún destino, sin ninguna causa y sin ninguna rosa.
Quiero que recoja los fragmentos rotos que ha dejado de mi corazón, pues sólo significan una carga para mí, como arrastrar una maleta con los pedazos de la muñeca que tanto amabas de pequeña... sigue significando algo, pero sólo tiene el cometido de clavarse en tus entrañas, invadiendo el presente de marchitos recuerdos difuminados.
Me he paseado una tarde más por las calles de mi ciudad, escuchando palabras en idiomas extranjeros rodeándome, pues todo lo que la gente habla no significa más que un velo que intenta ofuscar el silencio de mi pensamiento. He pensado en usted, en sus débiles palabras, en sus dulces miradas y en mi amarga existencia, en como todos se conocieron y en cómo he acabado así, perdida en mi propia ciudad.
Siento sonar tan triste y melancólica en estas líneas, pero ni tan siquiera me voy a molestar en fingir y ocultar mis sentimientos, me he cansado, dulce compañero de fatigas intoleradas.
Es horrible sentarse bajo un árbol y sentirte encerrada en una habitación oscura, llena de angustias y sin aire que respirar. Sin embargo, en mi claustrofóbica visión siento que lo único que extraño son sus brazos y sus sonrisas, una mirada perdida que me diga que más allá de todo el daño que la oscuridad me causa tengo un motivo por el que seguir respirando.
Gracias, insondable pronombre, por ser la inspiración de mis incoherencias de poeta. Gracias por buscarle un egocéntrico sentido a los latidos de mi corazón y gracias por olvidarse de que aún late por tenerle cerca. Gracias por haberme hecho enamorarme de usted, gracias de todo corazón, porque aunque duela, este dolor me mantiene en vida, porque aunque sangre ha sido tinta mi herida y poesía mi sangrar.
Gracias, porque aunque sea llanto, aunque muera y aunque viva, aunque olvide y aunque perdure siempre tendré un motivo para darle las gracias.
Gracias por ser el dueño de este poeta equivocado, gracias por enseñarme lo que es el amor.

jueves, 3 de mayo de 2012

La inmortal solitaria del piano


Susurré al silencio que me dejase a solas con mi piano.
La inmortalidad me perseguía allí a donde iba, y es que me pasaba las noches pensando que no debería de haber hecho ese pacto con la existencia.
En un atardecer del que ya no recuerdo más que su oscuro brillo me pareció oír los gemidos de mi piano, encerrando sus notas en frías teclas de marfil, sus sueños en una oscura sonata. Me acerqué a la habitación, ofuscada por los efectos del alcohol, bañada en pintalabios y en whisky y enfundada en un vaporoso vestido rosa con un gran lazo en la espalda. Intentando mantener el equilibrio por el corredor me abrí paso entre el aire y alcancé la puerta. Un destelló me deslumbró... pude oír una voz, juraría que incluso la conocía...
Me pidió que tocase, que liberase a mi querido piano de sus inseguridades, me recordó esos versos que de pequeña tanto amaba, en los que recordaban un arpa abandonada en un salón. Aquella voz me repetía que yo había abandonado a mi piano, que el quería dejar de vivir, no podía soportar la soledad ni la represión. Toqué, tonos bajos y profundos, representando mi corazón, como el arpa olvidado pero sin esperar mano de nieve alguna que arrancase de su pura alma algunas notas.
La sonata me invadió, perdí mi ser entre las cinco lineas de mi pentagrama, y ahora puedo jurar que no era el alcohol, era la música. La voz me susurró: "Te concedo la inmortalidad avariciosa pianista, podrás vivir para siempre, este piano necesita mantener su existencia. Para siempre... pero con la condición de que no toques la última tecla negra del piano, su último oscuro deseo no puede ser rememorado, tienes que olvidarte de esa tecla"
La inmortalidad a cambio de nada... de olvidarme de una tecla...
Ha pasado los días desde aquel atardecer, tantos días inmortales, sin el riesgo de perder...
Arrastro los pies por mi monótona existencia y me siento junto a mi piano, un día más, a las 5:37 de la tarde, ni un minuto más ni un minuto menos... a pesar de tener por delante eternos minutos como aquel.
Encuentro en el suelo una vieja partitura. Mis ojos se nublan por las lágrimas, es la primera canción que toqué junto a aquel piano, cuando me fui a vivir sola. La primera canción que me acompañó en las noches de tristeza y soledad, en los oscuros y muertos instantes sin esperanza.
Mis dedos recorren gentilmente las entrañas de mi pálido amigo, deslizo mis recuerdos por sus notas. Cierro los ojos mientras sueño, mientras la pieza toma intensidad. Veo el corredor vacío, una niña abrazada a su madre, despidiéndose de ella por última vez. Una muñeca rota, destrozada por el tiempo. Sigo tocando, presa de una euforia desconocida. Los golpes a la pared cuando nadie me escuchaba, los gritos incomprendidos, las horas que pasaban, que consumían mi tiempo antes de la inmortalidad. Golpeo el suelo con el tacón y llorando continúo, agitando la cabeza, inmersa en la música que rodea el misterio de mis comienzos. Lloro, sin parar, me ahogo en el mar de inseguridades que  acepté al tomar el piano, aunque esta vez siento algo diferente...
Unos acordes dan lugar a otros, y más y más más intensos, no me permiten oír ni mis propios gemidos, como aquellos del piano el día que me concedieron la inmortalidad. ODIO ESTA ETERNA EXISTENCIA hice un pacto tan sencillo, tan doloroso y tan amargo.
Envuelta en mi propia ira doy muerte a aquella pieza, toco sus últimas y profundas notas sin darme cuenta, histérica... se rompe la armonía y entonces lo veo. He rememorado su último deseo, mantenerme con vida para siempre. El último deseo del hombre que me amaba: mi piano.
Lo he hecho: he tocado la última tecla negra del teclado.

domingo, 29 de abril de 2012

ese día


Ese día en que nos demos cuenta de que tenemos que dejarlo todo atrás.
Cuando abandonemos el lugar que nos vio crecer y madurar.
Ese día que se acaben las sonrisas por unos instantes, que pensemos en el futuro y nos demos cuenta de que nuestros caminos se bifurcan.
Ese día les miraré a todos a los ojos y veré en sus pupilas los intentos de susurros, de risas ahogadas en medio de un aula, de "te quieros" de promesas de eterna amistad.
Cuando todo se vea reducido a un puñado de segundos escritos en un papel, que intenten encoger el corazón a aquellos que nos han acompañado.
Cuando todo se haya terminado... entonces comenzará el "para siempre"

jueves, 26 de abril de 2012

Querido




"Querido:
Aquí está de nuevo la chica de las cartas, aquella que encierra en un sobre miles de sentimientos envenenados, la pureza de la tinta los ha corrompido.
El cielo está claro... me gustaría ser el cielo.
Malgasta un instante de tu valioso tiempo en interiorizar las palabras que yo no puedo susurrarte al oído. Imagina mis labios diciendo que aman tu sonrisa, visualiza mis pestañas alejando al entrometido aire de la distancia entre nuestros ojos... entre nuestro foco de injusticias y perdiciones: entre nuestra distancia.
He recorrido la ciudad caminando sobre mis inseguridades y consejos malgastados, intentando imaginar cada palabra que mi mente escribía como un momento a tu lado. Me he vuelto loca en mi paseo, pero sólo quería salir, había una mayor probabilidad de encontrarte perdido en el silencio de la calle que esperando en casa a que los segundos me robasen la juventud y acatasen mis vacías órdenes de olvido.
La gente me dice: "buenos días poeta" "buenos días chica de las miradas olvidadas".... ¿sabes qué poco me gusta que la gente me salude por la calle cuando no estoy aferrada a tu mano? sí... puedes pensarlo, nunca he estado aferrada a tu mano, pero lo he imaginado en infinidad de ocasiones, y prefiero vivir la fantasía que la realidad, me deja un mayor margen de subsistencia, me es más sencillo sobrevivir.
¿Mis palabras carecen de sentido, no es cierto?
Por eso te escribo a ti esta carta, porque como antes he mencionado el cielo está claro, y a mí me gustaría ser el cielo... pero no lo soy.
Soy una tormenta de verano, que moja la arena de la playa sobre la que miles de personas intentan olvidar. Soy odiada por la felicidad y salpicada por el amargo sentimiento de compasión de las personas: al menos ella es lluvia y nosotros somos la arena.
No soy clara como el cielo, mis sentimientos no están despejados, ni tan siquiera creo que puedan estarlo algún día, pero no es mi intención llegar al cielo sino sobrepasarlo... y supongo que antes de superar un obstáculo tengo que demostrar que mi fuerza es mayor que su pureza.
Bien, no tengo nada más que decir pues nada he dicho. Espero que los infinitos misterios que te rodean no se encuentren disconformes con mi peculiar forma de decirte dos palabras.
Sí, te amo. "

Tiro el sobre en la misma papelera que todos los días. Nunca me atreveré a entregarle una de mis cartas de poeta
-Buenos días chica de las miradas olvidadas
+Buenos días
Respondo desganada y aferro el aire... sabiendo que nunca podrá ser tu mano.

miércoles, 25 de abril de 2012

nadie entendería a aquella mujer


Mis segundos se estaban consumiendo en aquella habitación de color ocre, bañada de inexactitudes y misterio. Reclinada sobre un sofá, contándole a un hombre completamente desconocido mi vida, mis problemas, mis miedos... contándole el motivo por el que estaba allí.
-La vida me ha demostrado que no puedo expresar públicamente mis sentimientos y mis pasiones. Soy un producto de una cárcel inexacta. Digo inexacta porque todos los presos se han escapado... los soñadores no pueden estar retenidos. Yo me enamoré de uno de los presos de esa cárcel, ¿sabe? Me llamaba la atención su sonrisa todas las mañanas, cuando los demás se quejaban del encierro él pintaba los barrotes de su celda, aunque su emocional barrera siguiese gris.
Él fue el último en escapara cuando la cárcel ardió en llamas... me ayudó a salir y desde entonces no he sabido nada más de su sonrisa de pintor.
+Ese hombre nunca ha existido, señorita Alicia
-¡No me trate como a una demente! por supuesto que ese hombre no ha existido en su mediocre realidad. Es uno de mis incansables intentos de plasmar lo que siento en palabras que suenen hermosas-resoplo-aunque sé que usted no puede entenderme.
+Estoy aquí para hacerla sentir comprendida
-Pues no lo está consiguiendo
+Prosiga
-Me di cuenta de que estaba perdida cuando la cárcel se derrumbó. ¿la cárcel derrumbada? eso es una salvación, pensará usted. Sí, la cárcel se derrumbó en su exterior, pero había conseguido encerrar sus fríos candados en mi interior.
+Usted ha dicho que la cárcel que ardió era aquella que usted sentía en el interior... ¿como es que ahora que se ha destruido la sigue llevando dentro?
-Porque le perdí doctor-entre lágrimas intento que aquel hombre entienda lo que siento-perdí la ilusión por levantarme y ver su sonrisa, ver los colores en su paleta que se convertían en ágiles trazos de tinta en mi poesía. Perdí el interés por el mundo fuera de la cárcel en la que me había encerrado tras la destrucción... una cárcel incandescente, fría como el hielo.
+Es suficiente por hoy. Ignore esos pensamientos y abandone la escritura, se está volviendo realmente loca
-Puede que sea otro "don quijote de la mancha", pero sabe que murió al perder las ilusiones... yo moriré si pierdo la poesía
+Suficiente por hoy... siga mis consejos
Salgo de la consulta enfurecida, con lágrimas en los ojos y llamas entre los barrotes... pero llamas que no queman y barrotes que según aquel estúpido no encierran... NADIE SERÁ CAPAZ DE ENTENDERME NUNCA.
-Disculpe, se le ha caído esta hoja
un hombre me la entrega
+Gracias, lo siento.
Me sonríe....
entonces me doy cuenta
Mi hombre ha conseguido escapar de la cárcel y en ese mismo instante, aferrado a mi hoja, me ha rescatado a mí

viernes, 20 de abril de 2012


Miraba al vacío.
Los años estaban pasando a través de la ventana, sin pararse a pensar en el daño que me hacían, que no se estaban despidiendo de mis sonrisas sino arrancando mis lágrimas.
La vida se desvanecía entre los silencios de un Enero que en pocos segundos se convertía en Mayo.
Yo era aquella niña que creía en la fantasía, que reivindicaba sus derechos sin estúpidas pataletas, con infantiles pero convincentes argumentos bañados de dulces palabras y amplias sonrisas.
Era aquella niña que miraba con detenimiento el mundo, como si algo al otro lado de la existencia la estuviese examinando meticulosamente.
Aquella niña que consumió el tiempo como el resto de sus niñas, jugando a ser adultas bajo una capa de anillos y pulseras, una capa tan falsa como la madurez, fácil de quitar y fácil de olvidar.
Era aquella niña que dejó de ser niña y pasó a ser amante de la niñez, a crecer siguiendo el camino que había marcado con sus pequeñas francesitas.
Y sí, una niña que creció, y conoció a otros niños que crecieron a su lado.
Me siento a su lado en el autobús, como todos los días.
Nos reímos de las estupideces que nos hacen sonreír todas las mañanas, desde las frías 8 hasta la cálida tarde, esas insulsas palabras que nos reconfortan en el duro camino de los niños que crecen.
Nos reímos mientras observamos como dos pequeños sentados a nuestro lado nos imitan, como nosotros hacíamos en nuestro momento.
Entonces lo pienso.
Ellos no recordarán este momento, no recordarán esas sonrisas, sin embargo están respirando la vida al mismo ritmo que yo.
Miro a mi compañero de asiento, a mi compañero de batallas y cómplice de mi crecimiento: miro a mi mejor amigo. Sí, el está pensando lo mismo que yo.
Por unos instantes se pasan por nuestra memoria las carreras a ninguna parte, las sonoras carcajadas incoherentes, las palabras tabú que nos hacían esbozar una sonrisa. Las complicidades, las manías y los juegos inventados, los enfados y los perdones, los abrazos... los cimientos del "ahora" los recuerdos del pasado.
-¿te acuerdas?
+sí... es horrible pensar que se acabó.
-No se ha acabado, algún día recordaremos con añoranza este momento, en que consumíamos nuestras sonrisas con los recuerdos del pasado.... aunque algún día este será el pasado que añoremos.
+Tienes razón, el pasado nunca muere, hagamos que estos momentos sean eternos.
Y por un instante somos esos niños, despreocupados y felices, que comienzan a representar sus cuentos de dragones sin pensar en colgar jamás el cartel de fin.

jueves, 12 de abril de 2012

No era lluvia, era felicidad


Mis pensamientos azotaban la calle, la confusión dentro de mi mente parecía golpear los adoquines de la calle. Las miradas de la gente se pegaban a mis pestañas y hacía que estas me pesaran, que me hiciesen cerrar los ojos y me impedían ver mi futuro. Ese era su cometido, impedir alcanzar las metas de los soñadores.
Una gota de lluvia acarició mi pelo.
No iba a molestarme en taparme, simplemente dejaría que el cielo llorase y ser yo parte de su llanto. Me permitiría por un día ser lamento de los astros.
La lluvia se convirtió en la música de la apagada ciudad, se hizo juez imparcial de los golpes que azotaban mis lamentos a la realidad.
Un mar de color rojo se deslizó por mi camiseta color menta. Mis últimos intentos de cambiar el tono de mi pelo se desvanecían, junto a todas mis inseguridades, a mis promesas de ignorar mis sentimientos.
La vida no se dignaba a sonreírme desde hacía unas semanas. Había perdido todas las ganas de continuar marcando el camino que ni tan siquiera tenía fuerza para recorrer. Hasta el momento en que el cielo me enseñó lo que era la felicidad.
Levanté la vista. Sonreí a la inmensidad que se alejaba de mí, le dediqué mi primera sonrisa. La primera sonrisa de Abril, la primera lluvia de Abril. Las pesadas miradas en mis pestañas se deslizaron a modo de lágrimas por mis mejillas, haciendo correr dos largos ríos negros que intentaban hacer aparentar mayores mis pequeños ojos. Mis ríos de azabache desembocaron en mis labios. Demasiado grandes, sí, esbozaban una sonrisa, una gran sonrisa que me hizo olvidarme de todas las veces que maldije que mi sonrisa fuese tan llamativa.
Y allí me quedé, empapada, pero al fin con fuerzas para taparme de la lluvia si quería pero para aprender a caminar a su lado si tan sólo me sentí parte de la música del silencio. Allí esperé para ver pasar los segundos, para disfrutar la pureza de ese nuevo sentimiento para mí, la felicidad.
Yo, con mi camiseta menta, mi falda negra y el collar que siempre pendía de mi cuello, el collar de mi hermana, el pacto contra la distancia.
Yo, junto a la lluvia.
Buenas noches París, esta noche dormiré sola...¿sola?
No, siempre tendré la lluvia.

domingo, 8 de abril de 2012

Sólo tuviste que mirar mi sonrisa


Caminaba sobre mis altas plataformas, intentando mantener un paso constante, un equilibrio entre la multitud, arrullada por la melodía que sonaba en mi reproductor de música.
Llevaba un libro en la mano: "los juegos del hambre".. cuántas cosas me había enseñado ese libro, nunca me iba a cansar de leerlo. En la otra mano sostenía un vaso de plástico vacío que había contendio mi café preferido, el que me ayudaba a escribir.
Una mujer me miraba desde el paso de peatones. Oí sus palabras: "mírala, parece tener una estatura normal encima de esas plataformas, no debe de ser muy alta en realidad. Boca grande y labios bonitos, pero ese color no le favorece con sus mediocres ojos marrones"
La miré fijamente. Nunca antes me había visto, sin embargo allí estaba, juzgando las apariencias bajo las que se ocultaba mi alma soñadora, protegida bajo la estúpida coraza con la que la gente jugaba.
Sin apartar la mirada seguí caminando, caminando...
-¡Cuidado señorita!
Me caí al suelo
+Lo siento, de verdad, iba distraída, discúlpeme
Un hombre vestido con una larga gabardina me miraba sonriendo. No parecía molesto por mi torpeza.
-¿"los juegos del hambre"?-dijo sosteniendo mi libro-una gran historia, sin duda.
+Sí...¿ lo ha leído?
-Claro, señorita... Alicia-dijo abriendo el libro y descubriendo mi nombre escrito en la contraportada
+Sí, así me llaman.
-Esto es suyo-dijo entregándomelo-parecía atareada mirando a ninguna parte... no es buena costumbre en una ciudad tan ajetreada como París, parece mentira que no lo sepa.
+Lo sé, lo he aprendido con el tiempo, pero yo no soy de aquí, soy italiana.
-Oh, Italia...-dijo gesticulando-hermoso país... arte, arte, italianos, más arte
+Sí, claro-dije riendo-por eso nací allí... arte, arte... soy escritora
-¿Escritora?
+¿Le extraña?
-Me sorprende, que no es lo mismo. Pensaba que los escritores eran esa clase de personas que se encerraban en una habitación y no veían el sol. Que se perdían entre papeles y se olvidaban del mundo exterior.
+¿Sería hermoso no?
-¿El qué?
+Perderse entre papeles y olvidarse del mundo... precisamente eso era lo que me atormentaba antes de caerme
-¿El mundo?
+No, sus habitantes.
-No pueden hacerle daño. Es una mujer hermosa, realmente parisina aunque naciese en Italia. Es escritora y tiene unos ojos preciosos, parecen transmitir confianza.
+¿Puedo decirle algo?
-Dígame
+Gracias. No por recogerme el libro y ayudarme a levantarme...
-¿Entonces por qué?
+Por ser la primera persona que se molesta en conocerme antes de juzgarme
Y entonces me fui... me di cuenta de que él se había quedad con mi vaso vacío, con el aroma del café que rodeaba mis momentos de inspiración. Mi café y mi dirección, apuntada en el vaso, por si algún romántico decidía llamarme cuando viese las manchas de carmín en la superficie transparente, cuando el vaso estuviese en la basura. Alguien que entendiese que la elegancia no podía ser destruida
A los pocos días recibí una carta:
"No la conozco, pero puedo jurar haberme enamorado de su sonrisa. Déjeme saber algo más de usted y así podré juzgarla como el resto de París. Atentamente, su romántico entrometido."
Junto a la carta había un trozo de mi vaso, justo aquella parte en la que había dejado mis manchas de carmín. No, este hombre no destruía la elegancia.
No fueron las últimas noticias que tuve de este hombre de la gabardina, pero tendrás que venir a París para juzgar el resto de la historia.
Siéntate junto a la Torre Eiffel... siempre tiro ahí mi café.

martes, 3 de abril de 2012

En medio del silencio y la confusión.


Perdida como si todas las sonrisas que algún día había esbozado hubiesen olvidado cuál era su cometido, cuál era su destino, que su finalidad era hacerme feliz.
A veces me canso de ser la chica de la sonrisa inquebrantable.
Camino sola por una calle oscura, el Sol brilla en lo alto del cielo, pero mis pestañas y el velo que cubre mi corazón me impiden entender que aquel lejano astro intenta iluminarme.
Arrastro los pies por los segundos, piso los charcos y ahogo en ellos mi moral. Permito que el agua cale los lazos de mis tacones y se deslice por mis mejillas.
Oigo el sonido de un acordeón, tal vez lejos de aquí, en el otro extremo de la ciudad. Puede ser el sonido de todos los momentos en los que pensé que merecía la pena, aquellos días en que veía tus miradas como el único aire que respirar.
Me quedo en medio de la nada, al lado de uno de los adoquines con los que cubrieron la ciudad, desgastado, se ha roto a la mitad. Y me siento como él.
Ha sido pisado, ha sido testigo de miles de momentos en los que la gente sufría y era feliz al mismo tiempo, ha sido parte de su camino, guía hacia el siguiente instante de sus pasos...
Así me siento, como parte de algo que nunca llegó a pasar, que nunca podré vivir, pues aquella pequeña baldosa, parte de un camino, nunca subo a dónde condujeron los pasos que ella guiaba.
Me sentí como una poesía abandonada a medio escribir bajo una lluvia de mayo, dejando que el agua consumiese todo rastro de felicidad e inspiración.
En medio del silencio y la confusión me di cuenta de que amar no es siempre sinónimo de poesía... esta vez era sinónimo de fracaso y desesperación.
Pero el "amor" es sólo una palabra más en el camino de un poeta, era como aquel adoquín, que aunque hiciese más difícil mi camino no me iba a impedir continuar... pero no le permitiría ver el brillante final que me esperaba, lejos de él.

domingo, 1 de abril de 2012

Creo en la elegancia.


Creo en una vida elegante, una elegancia ajena a lo material.
Creo en la elegancia de levantarse por la mañana y sonreír al ver la luz entrar por la ventana, en la elegancia de mi camiseta desgastada por las notas del Rock N Roll
Creo en la elegancia de las miradas perdidas en el aire de la ciudad, en la elegancia de las sonrisas que se pierden entre el viento.
Creo en la elegancia de la anciana mujer que mira al cielo planteándose una forma de vida basada en vivir cada segundo como si el siguiente fuese un regalo.
Creo en la elegancia de los niños, que ven tan cerca del suelo su perdición y tan lejos el futuro, encerrado en un globo de brillantes colores, que en una simple ráfaga de viento se puede despedir.
Creo en la elegancia de mi vida, que sin saberlo se despide de la vulgar mortalidad, creo en la elegancia de mi sonrisa, de mis dedos recorriendo la poesía.
Creo en mí y creo en la vida, por eso creo en la elegancia.

miércoles, 28 de marzo de 2012

La chica de París


Todas los sabios en París hablaban de aquella chica
Todas las mentes importantes de la ciudad se cuestionaban el por qué de sus alegres pasos cuando caminaba de puntillas bajo la Torre Eiffel.
Todo el mundo quería saber quien era aquella chica francesa enamorada de un pintor barroco italiano.
Yo sonrío por encima de las páginas del libro que esté leyendo en los campos Eliseos, con mi té de canela sobre el banco en el que me apoyo cuando en realidad estoy sentada en el suelo.
Escucho siempre esa música que nadie entiende, que me evoca los momentos más importantes de mi vida, las sonrisas que esbozamos juntos, bajo un sol del que me ocultaba tras mis pestañas.
Miro a mi alrededor, respirando el aroma del silencio parisino, del ajetreado latir de los corazones inspirados por la magia de la vida. Respiro sus miradas y sus besos, sus sonrisas sin sentido y sus lágrimas olvidadas... pero sobre todo saboreo el arte que vuela por la ciudad esperando a ser recibido.
Desde que me instalé en París he sido un misterio. Mi extraña forma de vestirme, mi pelo de color azul, mis labios rojo intenso y el amor que siento por mi pintor barroco italiano.
No soy una chica más matando los minutos, viviendo entre la elegancia de la ciudad como si fuese tan solo un soplo de aire que es arrastrado sin ningún cometido.
Soy una escritora, encargada de contemplar aquellos detalles que pasan desapercibidos a la vista de los mortales, encargada de grabar en mi memoria la música que tocan las mejores orquestas, es decir, el sonido de la fuente, las mirada de los niños que buscan sus barcos de papel entre el agua...
Le doy un mordisco a mi crépe con salsa de arándanos y retiro las marcas de carmín que he dejado.
Un hombre me da la mano y al levantarme me rodea con sus brazos.
Huele a pintura, pero no pintura de colores, pintura transparente, ni témperas ni pastel... su pintura es la poesía y él mi pintor barroco italiano.

lunes, 26 de marzo de 2012

los sueños se hacen realidad


No tenía ningún sentido confiar en que podía prender fuego a la distancia.
Siempre ha sido mi incandescente enemigo, mi perverso e invisible compañero, matando las esperanzas que albergaba mi corazón.
Lo siento, pero a veces, esos estúpidos soñadores, esos mortales rodeados de dulces palabras que suenan a victoria... a veces ellos también ganan.
Han sido 19 meses, soñando, entendiendo que los sueños son parte de nuestra existencia, una parte muy hermosa e imprescindible para sobrevivir a cada segundo que tomamos aire, olvidándonos del instante anterior y  preparando las fuerzas para afrontar el siguiente.
Han sido 19 meses, pero después de tantos golpes arreados al aire, intentando descargar la impotencia que me causaba la distancia.. después de tantos silencios en los que en la soledad pudimos sentirnos juntas, vamos a hacerlo realidad.
+¿te das cuenta de la ilusión que tienes por vivir un día normal de una persona, un día normal en una amistad?
-normal no, cotidiano. Si fuese normal no seríamos nosotras.

sábado, 24 de marzo de 2012

Todos necesitamos alguien en quien reflejarnos


A veces lo más importante en una vida son los pequeños momentos compartidos con grandes personas.
Los minutos en los que no importan las palabras sino la confianza de los silencios.

lunes, 19 de marzo de 2012

Encerré mis sentimientos en una canción


Todos los latidos de mi corazón fueron atrapados por las impuras notas de la inconsciencia.
Se rompieron los suspiros, se resquebrajaron las lágrimas perdidas entre tantos mares de silencios apagados.
Tus sonrisas cuando a penas había amanecido fueron limpios pentagramas escritos en la oscura tinta del pasado.
Perdí por completo la cordura y encerré mis sentimientos en una canción.
Pude respirar la mañana de Febrero en la que por primera vez sentí ese fuego que dicen que dejas que arda en tu interior, sin importar que pueda ser apagado por una única persona.
Encerré los instantes perdidos dibujando tus iniciales entre mis poesías, las noches abrazada a los recuerdos, intentando rememorar momentos inmortalizados, carentes de importancia y poseedores de mi felicidad.
Repetí esa canción, formando parte del masoquismo humano que nos hace amar ese dolor interno que nos acompaña, que nos hace probar el dulce sabor de una victoria que nunca  podremos alcanzar.
Me enamoré de una canción que contaba nuestra historia, una canción que cuenta tus miradas, una canción que no he acabado de escribir, una canción que intento comprenderme sabiendo que jamás podremos ser más que esa canción.
Jamás seremos más que las mañanas en las que me miraas, y jamás entenderás por qué sonrío cuando veo tu sonrisa.
¡Déjame ser incomprendida!
Vuelve a sonar viejo piano  abandóname de la mano de nuestra canción.

domingo, 18 de marzo de 2012

No quería ser solo otra hermosa sonrisa que nunca llega a ser una canción



Nunca me llegó a importar que el cielo pudiese caerse encima de mi cabeza, pero no siempre fue fácil mantener este convencimiento.
Vagaba por las calles de mi amada ciudad de Tívoli sin rumbo fijo, arrastrando mi humilde teclado y una voz que cada día tenía menos fuerza para cantar. Las esperanzas que había comenzado a alimentar cuando tenía diez años decidían abandonarme cada día que me levantaba por la mañana sin nada que hacer, sin nadie que me ayudase a seguir caminando.
Fui rechazada tantas veces… nunca era lo suficientemente buena para aquellos mediocres cazatalentos que odiaban mi sonrisa, mi pelo azul y negro, mi forma de vestir, tal vez incluso odiasen que no era como las demás, que conservaba mi decencia. Sólo tengo claro que nunca nadie odió mi música. Todos sentían algo cuando con mis melodías intentaba desgarrar sus corazas de superficialidad, aunque nunca fui capaz de que lo demostrasen. 
Me perdía, no lograba mantenerme en pie, incluso me tiraba al suelo al llegar a mi apartamento. Lloraba hasta que amanecía, me limpiaba las lágrimas y miraba por la ventana, me repetía aquella hermosa frase que había escrito a mis catorce años, cuando intentaba convertir el fuego que me quemaba en poesía: “Tu mundo era el silencio que se interponía entre tus pestañas y las olas del mar” Y me había prometido hacer de ese mundo el lugar idóneo para una soñadora.
Me caí miles de veces, prometo que no fue fácil, pero luché, por el amor de mi vida, por aquel sentimiento de que formaba parte de algo, tal vez de alguien, más fuerte que un hombre, más fuerte que cientos de corazones. Sí, entre la desesperación y las derrotas siempre supe que iba a vencer, aunque fuese entregando mi vida.
“No fue una experiencia agradable, ser arrojada a miles de abismos y tener que incorporarme sin ayuda…pero contaba con mi coraje y mis incansables fuerzas, una sonrisa diferente y un sueño. No fue una experiencia agradable, pero ahora puedo gritar sobre este gran escenario, alentaros para que luchéis y prometeros que lo brillante de la cima es el recuerdo de los malos momentos que arrastraste en el camino, que puedes verlos arder sin miedo a quemarte”
El Madison Square Garden cerró sus puertas entre gritos y aplausos y su mundo fue más que el silencio que se interponía entre sus pestañas y las olas del mar 

martes, 13 de marzo de 2012

Una loco contra el amor


Me paro en medio de un vacío silencio a cuestionarme mis inexistentes principios
Mi mente me repite que soy un producto de la nada, mi corazón le contradice, él insiste en que soy poeta, persona ahogada en un profundo mar de sentimientos incomprensibles.
Mientras el día pasa al otro lado de mi ventana el tiempo se detiene.
Lleva parado desde que tenía memoria.
Digo tenía porque ya no la tengo, he perdido todo rastro de característica humana, todo ápice de cordura se ha desvanecido entre las amargas hojas del papel.
Ahora soy loco, un loco sólo entre la poesía, un loco sólo entre la soledad de un loco, y lo peor... soy un loco contra el amor.
Mi "yo" se ha interpuesto en mi camino.
"yo"  ha decidido odiarme haciéndome quererla, ni tan siquiera pude controlar lo que sentía, pues soy un loco dentro de "yo" pero ni tan siquiera ese "yo" puede ser considerado primera persona, es simplemente otro "él" que ocupa el lugar de un "yo".
Mis ojos la vieron, no pude poner las manos sobre ellos. Mi corazón empezó a latir, habló con mis ojos sobre su sonrisa, pero no fueron mis labios quienes lo dijeron sino los oscuros labios de mi "yo".
¡ESTÚPIDO DESCONOCIDO!
Intenta entender que no puedo quererla, soy un loco y un poeta, no un enamorado.
Sentí lo que nunca había sentido, me envenené con la más dulce de las drogas sin ni tan siquiera tomar entre mis manos el vaso que contenía el veneno.
Golpeo fuertemente la pared de mi oscura habitación de loco, en mi caos de loco con mi atmósfera de poeta.
Soy un loco... y nadie podrá negarlo. Intentarán atacarme llamándome loco, pero de locos está el mundo lleno.
Seguro que quien con sus sucios labios me profane, quien hable a los que ama del estúpido loco de la casa en París no sabrá nada de mi historia... ni tan siquiera sabrá mi nombre, sólo sabrá que estoy loco.
Pero quien en su amarga vida intente decir al mundo que un loco no tiene razón, quien intente que mi incoherentes y poéticos pensamientos pierdan su sentido... esos se darán cuenta de que sólo fui un desequilibrado más, que sintió el peor de los fuegos en su interior...
Sí, "yo" ha intentado quemarme cuando por primera vez la vi... pero aún me queda el consuelo de que todos esos que me llaman loco por dentro han enloquecido.
Todo el mundo ha amado alguna vez