viernes, 12 de octubre de 2012

Buenos días, querida noche.


Otra madrugada más soñando. A veces es difícil soportar el paso de las horas bajo mis pestañas.
Miro hacia la ventana. La lluvia hace de fondo a mi perchero, del que cuelga mi sombrero negro y mi abrigo de piel. Creo que se acerca el frío.
Las sábanas están manchadas de carmín, ayer no me limpié los labios antes de dormir... o tal vez me había quedado dormida sin ser consciente.
Sonrío en la oscuridad, imaginando, como cada noche, que estás a mi lado para ver mi sonrisa.
-Eres preciosa ¿lo sabías verdad?
+Podías hacer que lloviese en lugar de mentirme en plena noche
-¿Por qué quieres que llueva?
+La lluvia me inspira, me entiende. Me siento más comprendida si el cielo llora y canta una melodía constante al dejar sus lágrimas chocar contra el suelo que si sonríe plenamente, sabiendo que soy yo la que está llorando.
-No tienes motivos para llorar.
+Es hermoso decirlo cuando ni tan siquiera me conoces.
-Es cierto, no te conozco, pero tú a mí sí, ¿verdad?
+Claro. Nunca me ha importado que estuvieses lejos, física y emocionalmente. Nunca me han importado las palabras, las lágrimas ni los silencios. Nunca me ha importado nada y por eso aún no he dejado de amarte. Puedes sentirte afortunado, pues suelo darle demasiadas vueltas a todo... menos a tí.
-No he sido el único, ¿verdad? Seguro que has querido a alguien más.
+Sí, pero ha sido igual de imposible que tú. No he nacido para amar a alguien que me ame. Tampoco pretendo que lo entiendas, pues no me conoces, no sabes mi nombre, ni tan siquiera puedes distinguir el color de mis ojos... y no por la oscuridad. Claro que he amado, pero sólo fue una disculpa para mis historias, para poder escribir. Nunca amo con perspectiva de futuro, no amo pensando en una historia, pues llevo toda mi vida queriendo imposibles y puede que ahora no fuera capaz de estar con alguien que se encontrase a mi alcance.
-No eres normal, pequeña.
+Claro que no, por eso me he enamorado de tí... porque sólo tú podrías entenderme.
-Y te entiendo
+Ni tan siquiera me conoces... para ser una imaginación suenas bastante hipócrita.
-Digo lo que quieres oir.
+Dices lo que me repetía todas las noches... que algún día sería amada por algo más que el silencio de la madrugada.
Miro con impotencia de nuevo la ventana. Nada, nada más que el perchero, el sombrero y mi abrigo. Obviamente él nunca ha estado allí, pero una noche más mi imaginación ha puesto en sus labios las palabras de una conversación cotidiana entre una sin nombre y la persona a la que ama.
Suspiro y me vuelvo sobre la almohada. Una gota golpea mi ventana. Le quiero. El viento zarandéa los árboles. Le amo. Un coche atraviesa la avenida. Le extraño. La lluvia envuelve la ciudad. Al menos hoy el cielo me comprende-

No hay comentarios:

Publicar un comentario