viernes, 17 de agosto de 2012

Ella.


Se tumbó en su silencio destrozada por la existencia de los imposibles.
Se hacía daño intentando sacar fuerzas de de su interior, un lugar sin ánimos, lleno de intentos que habían quedado intentos.
Se sentía como una caja vacía en la que esperas encontrar oro... nada más que una hermosa caja sin esperanza alguna.
Se perdía en todos los días en los que se había sentido alguien por el mero hecho de haber subido un peldaño más en la escalera hacia sus sueños.
Se ahogaba en las lágrimas que derramó pensando que merecía la pena, se asfixiaba con los días en los que su voz se quemó después de tanto tiempo cantando, se hería con las horas en el piano.
Lloraba, y no por estar triste esta vez, sino por haber estado feliz algún día.
Se paraba, en el silencio de aquella habitación dándose cuenta que nunca sería más que el vano intento de alcanzar el cielo. Nunca sería más que una escalera a medio construir que intentó rozar las estrellas... y en el último peldaño de esa olvidada escalera descansaba una hermosa caja sin resto de oro en su interior.

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