viernes, 29 de junio de 2012

A veces los finales se cubren de un para siempre




Soñé que todo se había acabado. Que entre las luces del verano intentaba olvidar lo que había sentido. Soñé que los recuerdos me mataban, que las horas me consumían, que la vida me obligaba a alejarme de los sentimientos más profundos de mi existencia. Soñé con el dolor de las canciones que sonaban cuando te veía, soñé que tu sonrisa no era más que un recuerdo. Soñé que perdía mi aliciente en esta vida, que cada día que despertaba no quería continuar, que te habías ido. Soñé que todos los momentos que compartimos, todos los besos y los abrazos formaban parte del pasado, que tenía que seguir alimentándome de recuerdos. Soñé con el día en que te llamé Febrero, en cómo se sucedieron los momentos y en cómo mi vida se vistió con tus iniciales. Soñé con las tardes lluviosas en las que me tumbaba en mi cama y sonreía, porque tras muchos años había alcanzado la felicidad. Soñé que lloraba a tu lado, que vivíamos una despedida, que nos abrazábamos y me alejaba, que todo se perdía en el pasado y me asustaba el afrontar un futuro separados. 
Una noche más soñé contigo, pero sabiendo esta vez que a veces los sueños se hacen realidad.

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