miércoles, 4 de julio de 2012

sentimientos de un olvido


A través de sus labios rojos aún bañados de café, exhaló un suspiro.
Un suspiro que eran palabras que no habían llegado a nacer, pensamientos que quedaron en ideas.
Era aire contaminado de sentimientos, intentos y recaídas.
Era el recuerdo de los instantes olvidados en un rincón, de las miradas perdidas en aquel aire, que en su vida anterior también habría sido suspiros.
Miro al infinito preguntándole por qué no podía ser compartido, por qué la vida separaba los destinos y por qué el destino tenía que estar plagado de despedidas.
Recordó las veces que había perdido la noción del tiempo mirando a través de sus ojos... de aquel hombre al que había llamado Febrero.
Abrazada por la soledad acarició la cubierta de su diario y rememoró las sensaciones que le habían transmitido las páginas en blanco. Aquella mañana, por ejemplo, en la que se atrevió a abrazarle, en la que él  le respondió con otro abrazo. Aún podía oler su colonia, podía recordar la melodía que cantaba el silencio y notar la fuerza de sus brazos aferrados a su espalda. Aún podía sentir el sonido de sus pensamientos, el latido desbocado de su corazón. Miró con ternura las palabras escritas en el cuaderno, recordando cómo puso punto y final a la crónica y se tumbó en su cama mirando al techo, ya que no necesitaba cuestionarse la existencia de ningún infinito. Sonriendo porque sabía que la felicidad había adquirido nombre y apellidos.
En la habitación sonaba aquella canción que siempre escuchaba cuando pensaba en él... pero esta vez no existía el aliciente de verle al día siguiente, no existía la convicción de que, pasase lo que pasase, al menos podría sonreírle.
Recogió una lágrima que partía de su rostro sin un destino determinado y se dio cuenta de que tenía la misma composición y propósito que la soledad... acompañarla y comprenderla, expresar sus emociones y abandonarla para aprender a sobrellevar el destino.
Mientras la habitación sentía los recuerdos y el dolor de una poeta abandonada... su corazón y su mente exhalaron otro suspiro, pero este no llevaba café, sino derrota.

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