martes, 3 de abril de 2012

En medio del silencio y la confusión.


Perdida como si todas las sonrisas que algún día había esbozado hubiesen olvidado cuál era su cometido, cuál era su destino, que su finalidad era hacerme feliz.
A veces me canso de ser la chica de la sonrisa inquebrantable.
Camino sola por una calle oscura, el Sol brilla en lo alto del cielo, pero mis pestañas y el velo que cubre mi corazón me impiden entender que aquel lejano astro intenta iluminarme.
Arrastro los pies por los segundos, piso los charcos y ahogo en ellos mi moral. Permito que el agua cale los lazos de mis tacones y se deslice por mis mejillas.
Oigo el sonido de un acordeón, tal vez lejos de aquí, en el otro extremo de la ciudad. Puede ser el sonido de todos los momentos en los que pensé que merecía la pena, aquellos días en que veía tus miradas como el único aire que respirar.
Me quedo en medio de la nada, al lado de uno de los adoquines con los que cubrieron la ciudad, desgastado, se ha roto a la mitad. Y me siento como él.
Ha sido pisado, ha sido testigo de miles de momentos en los que la gente sufría y era feliz al mismo tiempo, ha sido parte de su camino, guía hacia el siguiente instante de sus pasos...
Así me siento, como parte de algo que nunca llegó a pasar, que nunca podré vivir, pues aquella pequeña baldosa, parte de un camino, nunca subo a dónde condujeron los pasos que ella guiaba.
Me sentí como una poesía abandonada a medio escribir bajo una lluvia de mayo, dejando que el agua consumiese todo rastro de felicidad e inspiración.
En medio del silencio y la confusión me di cuenta de que amar no es siempre sinónimo de poesía... esta vez era sinónimo de fracaso y desesperación.
Pero el "amor" es sólo una palabra más en el camino de un poeta, era como aquel adoquín, que aunque hiciese más difícil mi camino no me iba a impedir continuar... pero no le permitiría ver el brillante final que me esperaba, lejos de él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario