viernes, 28 de junio de 2013

Palabras.


La llama del amor arrasó los bosques que llamábamos invierno.
La soledad de tu nombre confió su pasión a las letras que yo misma dejaba perfectamente dispuestas en una hilera hacia mi casa.
Sin tan siquiera saber cómo colocar un paso tras de otro dibujé un camino que se alejaba del lienzo donde nacía.
Dijo adiós un canto que no conocía las sílabas con las que nos habíamos enamorado. Puso punto y final a un libro que aún no había sido encuadernado y sobre el cuál tan sólo había llorado el viento.
La vida se envolvió en una túnica del color del cielo bajo el que me escondía antes de saber que me resguardaba en el escondite más amplio de esta inmensidad.
-Te echo de menos-dijo cerrando la puerta mientras la sombra de sus sueños comenzaba a confundirse en el pasado.
Sin motivo ni musicalidad perdí la cabeza, abrí la ventana, di dos pasos en falso e intenté mantener el equilibro en un tercero que desafió los refranes y no dio lugar a ninguna "vencida".
El fuego se apagó por la insistencia de las lágrimas que no llegaron a ser derramadas, y el tiempo se ocultó bajo el mismo cielo que yo consideraba buen refugio para los soñadores incoherentes, incoherentes como estas palabras.
Vengó mi muerte interior la poesía y tendiendo una mano de pasión a la vida prometió que me devolvería el aliento para respirar.
Aquí declaro mi amor únicamente a las letras que careciendo de cuerpo viven sólo siendo alma.
Aquí me entrego con devoción a todo aquello que no existe, y tras derrochar segundos bañados de tinta prometo que toda palabra que escribí era fruto de la cobardía al no saber decir "te amo".

No hay comentarios:

Publicar un comentario