martes, 3 de marzo de 2015

James Dean.


Estás abriendo una herida,
peligrosamente cerca de otra
que sólo consigue cicatrizar cuando apareces, James Dean.
Estúpida historia de reencuentros que no se atreven con las entregas mensuales,
desestabilizantes temporales
con sabor a cerveza.
Cuando por fin estaba curándome del frío y las vidas compartidas
(con otras, por supuesto)
has vuelto a romper mis esquemas,
a derribar mi inestabilidad crónica, figúrate.
Con esa sonrisa de "esto solo acaba de empezar",
con tu manía de hacer volar el tiempo,
en otra época, con más música que horas.
No me permito seguir dibujándote por las noches,
te he cerrado las puertas de mi inconsciente,
pero siempre consigues un atajo,
y robas un beso, un polvo, o  un acantilado
(estúpida vorágine).
Un protagonismo inmerecido cada amanecer,
un condicionante para el resto del día
dejando en mis labios el sabor de los tuyos, si es que existes de la misma manera que la noche anterior.
No te entiende ni la filosofía,
James Dean, no voy a acercarme demasiado.
No quiero cerrar otro año necesitándote para cicatrizar pasados,
porque estás empezando a ser tú el que abre las heridas.

No hay comentarios:

Publicar un comentario