viernes, 9 de marzo de 2012

la crisis de inspiración que culminó en sus labios.


Marzo azotaba mi rostro en plena confusión
Las palabras bombardeaban mi pequeño y frágil corazón sin encontrar el lugar para escapar.
Le había visto, me había acercado un poco hasta sus ojos, le había sonreído y me había mirado... sin embargo no sabía escribir.
Mi tinta se negaba a corromper la pura virginidad de mi papel. Mis ideas no querían abandonar mi pensamiento, estaban regodeándose en el brillo de sus ojos, en como le había mirado... no querían compartir sus sentimientos.
Desde hacía tres años mi único amor había sido la literatura. Era mi confidente, mi hermano y mi pasión, mi primer beso, mi primera caricia, los primeros sentimientos que habían quemado mi interior.
Ahora se volvía en mi contra, le había sido infiel, me había vuelto a enamorar.
Me sumergí en mis sentimientos, apagando la luz de mi callada habitación. Podía volver a oír el veloz ritmo de la sonata que tocaba mi corazón, podía escuchar el siseo de las miradas que nos contemplaban expectantes, mientras mis labios sonreían. Podía escuchar sus palabras, sus silencios, podía incluso entender las pausas en que hacía para tomar aire, y se volvían dulces y perfectas, como la más hermosa de mis poesías, el más amargo de mis relatos.
Sonreí.
Rodeada por mi continuo caos de escritora. Porque no necesitaba escribir, sólo depositar los restos de carmín de mis labios en un papel.
No necesitaba decir lo que sentía porque por primera vez en  mi vida no dudaba de mis sentimientos...
al fin era feliz.

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