lunes, 5 de marzo de 2012

La estúpida cobarde que se atrevió a amar.



¿Qué estoy haciendo con mi vida?
Mientras la tarde del martes pasa lentamente mi mirada se pierde por las estanterías repletas de libros de mi pequeño apartamento.
Le amo.
Desde que me marche de mi pequeña casa ese pensamiento se ha quedado estancado en lo más profundo de mi compleja mente... se ha clavado en mi corazón hiriéndome cada vez que respiro... pero es la verdad, y es cierto que la verdad duele.
Paseo mis dedos por las eternas estanterías... ¿cómo empezó todo esto?
Sí, le conocí por casualidad, sus ojos se fijaron en los míos e hicieron que mi mirada se desviase a su perfecta sonrisa. Su pelo, sus labios... 
El tiempo fue pasando a nuestro lado y yo ni tan siquiera me daba cuenta, ni tan siquiera apreciaba el amor que dentro de poco iba a arder dentro de mí.
Y así fue... hacía un mes que la llama había decidido encenderse y mostrar al mundo el hermoso brillo de su color anaranjado, el color del fuego.
Le amo...
¿Alicia, acaso eres estúpida? Estás en esta casa para trabajar.
Sí... trabajar. Me había ido de casa hacía a penas dos semanas.
"Quiero dedicarme en cuerpo y alma a mi arte, a mi música y a mi poesía"
Sí, claro, los propósitos de siempre. Sin embargo en eso se habían quedado, en propósitos.
Seguía desperdiciando mi tiempo bajo su ventana, intentando verle, seguía quemando mis momentos escribiendo sus iniciales en los libros con las eternas lecciones que tenía que estudiar.
Otro problema añadido: los estudios. No podía concentrarme si cada vez que me sentaba me ponía a pensar en las palabras que me había dicho el día anterior, la forma en la que me había mirado, las veces que pasé a su lado para que me sonriese... no podía seguir así.
Aferré mi collar con un  corazón rosa en el medio... mi hermana tenía otro igual, pero ahora ella estaba lejos... y necesitaba más que nunca a alguien como ella a mi lado, que me entendiese.
Pero la distancia no quería jugar a mi favor y parecía haber tramado un cruel y doloroso plan con la vida para hundir todas mis posibilidades de llegar a ser alguien.
Golpeé las teclas del piano intentando hacer sonar una melodía. Traté de cantar aquella canción que me había hecho ser feliz el primer día que me subí a un escenario...
Pero no, no era capaz de hacer nada que no fuera pensar en su sonrisa.
Escribí su nombre en un papel, como había hecho tantas veces, pero esta vez fui sincera, le dije lo que sentía.
Mi mente expulsó la llama que me quemaba sobre el blanco puro de mi eterno compañero de batallas. Le contaminó de mi amarga existencia, de mis preciosos sentimientos, del dolor que sentía cuando pasaba a mi lado sin decirme nada, cuando me ahogaba en mis propias intenciones, cuando las palabras no encontraban la forma de escaparse de mi corazón, cuando sentía sin poder decir que sentía...
La ventana se abrió de golpe debido a una ráfaga de viento... se llevó el papel
Vi volar todos mis sentimientos, desaparecer por el cuadro pintado en rosa de mi ventana.
Me asomé corriendo, nadie podía leer aquello.
¿Había dicho alguna vez que cuando algo puede salir mal... saldrá mal?
Allí estaba él, con mi papel entre las manos, leyendo todo lo que había sentido durante el mes pasado.
Seguro que no significaba nada, eran solo palabras, yo era solo otra chica, la extraña chica con el pelo azul, que olía al dulce perfume de Thierry Mugler, la escritora...
Me miró desde la calle 
Le miré 
El tiempo se detuvo
Me sonrió
Le sonreí
¿se daba cuenta?
Agitó el papel
Agaché la cabeza
Me sonrió
Le sonreí
...
-Buenos días Alicia, ya va siendo hora de levantarse
Otro día más... durmiendo sobre la almohada que ocultaba ese papel, teniendo el mismo sueño de todos los días. 
Algún día prometo que lo haré realidad, le diré todo lo que siento.
De momento me conformo con lo que soy, otra chica, la extraña chica con el pelo azul, que olía al dulce perfume de Thierry Mugler, la escritora...
Estaba completamente orgullosa de serlo, y aunque él nunca supiera lo que sentía, el fuego que me quemaba por dentro seguiría estando orgullosa de ser la estúpida cobarde que se atrevió a amar.
Y como una gran amiga me había dicho un día... siempre me quedará la oportunidad de soñar.

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