domingo, 12 de febrero de 2012

En este mundo.



Los silencios habían decidido sellar sus labios.
La distancia se dedicaba a pegar con suaves caricias miles de sellos en sus cartas, las enviaba al otro lado del mar.
El cielo se limitaba a curiosear desde su sobrenatural posición.
El viento acariciaba los susurros ajenos, las palabras que se ahogaban entre los ríos que nunca desembocaban al mar.
Las montañas disminuian sus cimas, dejaban caer su nieve hasta los valles, no querían ser superiores a nadie.
Y yo, ¿qué era yo entre tanta hermosura?
Era otra soñadora encerrada en una jaula, llena de riquezas, llena de ventanas que me dejaban contemplar el exterior pero no vivirlo, no me dejaba contaminar mi inquieto corazón de la impureza de la realidad.
Encerrada en mis pensamientos, en mis creaciones, en mis aspiraciones y en mis luchas.
Otra soñadora en una jaula llena de misterios, sumida en el éxtasis de la inspiración.
Otra soñadora más.
Pero en este mundo en que los labios de los silencios pueden besar los sellos que la distancia envía, en este mundo en que el cielo y el viento viven por y para los demás, para su superficial existencia y para sus hermosos pensamientos, en este mundo en que las montañas dejan caer su nieve al mundo que necesita un blanco baño de alegría, en este mundo de imposible... niguna jaula es capaz de frenar a una soñadora.

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