domingo, 5 de febrero de 2012

Voy a casarme con la oscuridad.




Las últimas luces de la calle parecían haberse olvidado de apagarse.
La vida se volvía oscura y la ciudad se había vestido de luto. El día había muerto, nosotros habíamos muerto como un nosotros, ahora solo era yo y era ella, la noche mi compañera y en el cielo se ocultaba la luna.
Encendi un cigarrilo, le había dicho que no volvería a fumar, era un hombre fuerte, pero ahora que ella no estaba no tenía por qué cumplir mi promesa.
El humo se elevaba por encima de mi cabeza pero no por encima de mis preocupaciones, si pudiese haber sido ese humo...
Le había dicho que se fuera... en serio, ¿en qué estaba pensando?
Me dijo que quería dejarlo todo
No queria que perdiese su sueño por mí
Pero si quería quedarse era su decisión, no la mía...
No podía dejarla abandonar, después de todo lo que le había costado llegar hasta la cima... no podía frenarla... pero... ¿por qué le había dicho eso?
tiré con fuerza la colilla al suelo y la pisé, una y otra vez, pensando que el fuego que ardia dentro de mí iba a apagarse cuando esta.
Recordé mis duras palabras, cómo había quebrado su voz y habia estallado en lágrimas, cómo la miré antes de marcharme y cómo lloré solo en mi casa... aunque había prometido que los hombres no lloraban:
+No quiero irme, quiero quedarme contigo. No importa la música, no importa el sonido de los gritos ni los flashes, sólo me importas tú, y poder vivir las pequeñas cosas a tu lado.
Sostuve su cabeza entre mis manos y le besé la frente
-No puedes dejarlo por mí, esto ha durado lo que debía de durar, no podíamos alargar lo imposible, al final cada uno tiene sus sueños, y esos han de ser el único amor que nos envuelva.
+No quieres entenderme. No quiero seguir adelante con esto, no si tengo que hacerlo lejos de tí. Sé que te quiero y sé que tú me quieres, que nunca encontraré a nadie que me ame como tú.
-Yo.... yo nunca te he querido.
Mis palabras rompieron el silencio y parecieron repetirse dentro de mí, como si intentase asimillarlas aunque yo mismo las había pronunciado.
-Había pasado por una relación dura, Alicia, quería olvidarlo, y apareciste. Creí que iba a ser la mejor manera de seguir adelante, por eso ahora n quiero que tú retrocedas por mí. Vete, es mucho mejor para los dos.
No pude ni mirar sus ojos antes de marchar, pero la oí sollozar, le había roto el corazón, el único corazón al que había amado en mucho tiempo. Pero no habría habido otra forma de consolarla... no me habría querido abandonar, y no podía dejar que perdiese lo que había ganado hasta ahora.
Me senté en la acera mojada...
Y lloré.
Como un hombre, con lágrimas de hombre, con sentimiento de hombre, porque los hombres tambien lloran y tambien siente, porque no son más fuertes que las mujeres.
Lloré, mirando la oscuridad de la noche, pensando que la anterior noche había dormido a su lado.
Lloré, lloré porque ella estaría llorando, porque yo la había hecho llorar.
Me acerqué hasta su portal y escribí un pequeño papel:
"hasta que la eternidad deje de existir"
-Jo. C
Lancé un beso a la luz de su habitación, estaba encendida, pero seguramente se había quedado dormida, podía ver su pelo negro sobre la almohada.
Esa fue la última vez que la vi, y la última vez que pude amar.
Ella ha llegado lejos, ella ha conquistado el mundo y ha cumplido su sueño.
Yo me sigo consumiendo en el mismo fuego que antes me quemaba.
La eternidad ha dejado de existir, y desde la oscura noche que escribí aquella frase yo tambien. Soy un corazón que se alimenta de un recuerdo, y ese recuerdo es ella.
La única persona que nunca podré volver a tener.

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