martes, 28 de febrero de 2012

esa chica aferrada al papel



Sentada al lado de la Torre Eiffel, contemplando la belleza del mundo con los ojos cerrados.
Esa chica de pelo negro y azul, el azabache y el cielo, la existencia y lo sobrenatural...
Esa chica aferrada al papel.
Ha vivido 15 años, pisando fuerte tras haber comprobado meticulosamente dónde pisaba, apartada de la atmósfera, del aire contaminado por los vacíos pensamientos de la gente.
Aquella chica que soñaba con un mundo diferente, que guardase un lugar a los soñadores, a la gente que luchaba por buscar un cometido a sus vidas en lugar de limitarse a correr detrás del dinero.
Respiró el aire de París.
Aquella chica amaba a las mujeres que llevaban cortos vestidos, con lazos, colores dulces, pastel, collares de perlas pequeñas, largos pendientes, ropa francesa, labios color de la pasión, ojos verdes y sinceros... chicas que vivían su propia vida sin pararse a pensar en los demás.
Aquella chica amaba a los hombres con largas gabardinas, sobreros que ocultaban el brillo de sus ojos al mirar a aquellas chicas. Amaba a los hombres que vivían de ilusiones, y estaba convencida de que eran los únicos hombres a los que podría amar..
Sus largas pestañas golpeaban ritmicamente viento que la Torre Eiffel frenaba.
Era otra chica más, con altos tacones rojos, aquella que creía que el amor se encontraba en la música y en la poesía, que sólo podía enamorarse de aquella persona que le sirviese una copa de champán sobre un piano.
Aquella chica, que miraba con su limpia mirada color canela al aire y a la elegancia parisina, la elegancia de la sonrisa de la anciana mujer que miraba desde su balcón, pero también la elegancia del niño que corría con su barco en la mano, a punto de depositarlo sobre el suelo, el más profundo mar que el barco había surcado.
+Buenos días, me llamo Alire, y soy esa chica. Soñadora, poeta. Creo en la música, dejé de creer hace mucho en el ser humano. Contemplo todo París desde mi ventana, aquí en Amsterdam, no sabes lo bonito que se ve todo cuando lo imaginas. Me he enamorado, desde hace 15 años. Sí, el día en que nací, me enamoré de la impureza de las palabras, de los silencios, de las pausas, de los instantes en los que solo las letras me comprenden. Supongo que con esto ya me conocerás bastante...
-Ya te conocía...
+Sssh! no lo creo... me sirves una taza de té?
-claro
+Gracias papá.

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